Little Bird

Miro hacia abajo. Entre el suelo y yo hay una distancia enorme.
Doy un paso hacia atrás.
¿Cómo puedo estar segura de que podré volar? ¿Y si resulta que la única manera de hacerlo es confiar en ello y saltar?
Pero ¿y si no nací para esto?
He visto a muchos otros volar. Tienen las alas mucho más largas y se mueven con gracia. Incluso cuando están apoyados en cualquier superficie firme, saltan con tanta rapidez que casi parece que se deslizaran.
Quizá yo sea de esos que deben vivir siempre en tierra firme. Rebuscar en la tierra húmeda, caminar a saltitos ridículos entre la hierba.
Eso no explica por qué he vivido todo este tiempo aquí arriba, pero sí mi incapacidad de lanzarme al vacío.
Quiero convencerme de que he nacido para volar.
Antes estaba prácticamente segura. Miraba al cielo y me imaginaba atravesando nubes de algodón, con el viento acariciándome la cara.
Pero ha llegado el momento. ¿O no? ¿Cómo sé si es este el momento? Dudo de todo.

¿De verdad era tan soñadora? ¿Qué soy ahora?
Una cobarde.
Me vuelvo a acercar al borde de la rama.
Tengo tanta necesidad de volar que me duele.
De pronto todo se aclara. Solo hay dos posibilidades: o caigo y muero, o vuelo.
Si muero no sufriré más, porque estaré muerta. Si vuelo podré ser feliz. Pero si me quedo aquí eternamente planeando cómo bajar sin atreverme a intentar subir no tendría sentido seguir viva.
Mi intención es vivir o morir. No sobrevivir.

Cierro los ojos y doy otro paso adelante.
Los abro; estoy harta de ser una cobarde.
Salto, y al instante me doy cuenta de que voy a morir.

¡Gracias por leer mis estupideces!