Es como navegar en un colador. Entra agua por todas partes.
Todo decide darte la espalda. Incluso tu propia mente. Qué digo. Sobre todo tu propia mente.
Tengo ganas de lanzarme a la vida con un cartel de "No estoy" colgado en la frente.
Que todos se traguen sus palabras y sus juicios. Creedme, bastante tengo con los que me hago a mí misma.
Mi cabeza y mi cuerpo se niegan a colaborar conmigo.
Y el reloj continúa con su discurso. "No puedes rendirte, tic; no puedes rendirte, tac".
Es difícil salir ileso, los enemigos se esconden en todas partes. Son más peligrosos de lo que crees. Y más cuando descubres que eres tú el mayor enemigo que tienes. No hay escapatoria.
Qué contradictorio. Uno debe ser a sí mismo su mayor apoyo, pero es a la vez la mayor fuerza opuesta.
Me gustaría ser coherente, pero no escribo para serlo. Escribo para tapar agujeros, o al menos para olvidar un rato que existen. Y son ellos mismos quienes se niegan a ser coherentes...