Caos

He vuelto. Creo que me ha sentado bien esta pequeña desconexión de mi vida diaria durante el fin de semana.
Aunque respecto al blog, se me ha alargado más de lo que querría.
Por otra parte, hoy escribo simplemente por ganas y por no dejar el blog de lado.
Admito que peco de no cumplir mi propósito de publicar sólo cuando tenga algo decente. Pero me doy cuenta de que si espero a tener algo bueno, ni escribo ni publico porque todo me parece estúpido y bastante malo.
Y creé este blog para escribir sin miedo. Sin tener que pensar en la mierda que ha salido y frustrarme.
Así que aquí estoy de vuelta, simplemente por sacar por alguna parte estos pensamientos atravesados con los que no sé qué hacer.
Tengo mucho de que hablar, pero no sé por dónde comenzar.
Tengo sueño, estoy agotada. Llevo un rato escribiendo sin sentido, con Billie Holiday haciendo de banda sonora.
No tiene mucho sentido todo lo que tengo ahora en la cabeza, pero extrañaba volver a este rinconcito que me he creado. Como si fuera un refugio, como un hogar ahora que no tengo muy claro dónde está el mío. 
Estos días han sido de reflexión. He pasado por extremos. He cumplido mis planes y eso ha estado bien, pero todo lo que he visto y lo que ha sucedido me ha dejado inquieta, y aún no he sido capaz de poner todo en orden.
Es por eso por lo que hoy no escribo acerca de Veraneantes, ni de Midnight in Paris, ni de Toledo, ni de mi nuevo libro de Galeano, ni de revolución, ni de la indignación por lo de Barcelona, ni de teatro, ni de nada.
Escribo lo que me pide ahora mismo mi mente, que es un caos de acumulación de sensaciones - muchas de las cuales no me terminan de gustar.
Y lo escribo porque hay que seguir hacia adelante, y estar así no ayuda.
A veces, simplemente necesito vaciar mi cabeza por las manos, escribiendo, dejando que las confusiones se pierdan en el papel o el teclado, antes de poder avanzar, y centrarme en algo más concreto.
Aquí lo dejo. Perdón por el tostón y gracias a quien fuera capaz de leerlo.

Tiempo y distancia.

"El tiempo es la distancia más larga entre dos lugares."
Tennessee Williams


A veces la unidad de medida no se corresponde con aquello que mide en lo más mínimo, no al menos en nuestra cabeza.
Yo hoy tengo la sensación de que la distancia se mide en tiempo.

Es el tiempo lo que nos hace separarnos. Es el tiempo lo que marca la distancia entre dos personas.
Llevo toda la vida dándome cuenta.
Hay veces en que reencuentras a un familiar, o a un amigo después de muchos años... Y parece que no hubiera pasado el tiempo. 
En ese momento, la distancia no tiene el mismo valor. Es algo relativo
Otras veces uno no reconoce al otro. Como si se hubiera vivido en dimensiones diferentes.
Y el tiempo se hace evidente, y pesa.
Y si habláramos de distancia, a pesar de estar uno frente al otro, hay kilómetros entre los dos.
Te das cuenta de que lo llevas a la espalda y de que lo cargas sin darte cuenta, pero te hace más mella de lo que pensabas.
Además, ¿qué importaría la distancia si llegásemos a cualquier lado en cuestión de segundos?
¿Importaría en sí? 
Yo creo que desaparecería. La distancia física sería algo difuminado, algo perdido.
En parte ese es su encanto. Aunque a veces sea frustrante, la distancia. Aunque a veces den ganas de agarrar al mundo por la maldita teoría de la relatividad y estrujar el espacio-tiempo hasta que tenga la forma que te dé la gana.
Pero también enseña mucho la lejanía. Te hace entender un poco más valores como la amistad o la familia -o al menos eso creo.
Es como que al no tener la fuerza de lo que une la cercanía, descubres lazos más potentes que la vida diaria.


Hoy, pensando en todo esto, me doy cuenta de que valoro al espacio en sí más de lo que debería.

Sobre la actualización del blog y alguna cosilla más

Me doy cuenta de que escribir cada día es quizás demasiado.
Seguiré intentándolo, pero quizás empiece a escribir cada dos días.
Tampoco es que importe demasiado, pero por algún motivo me veo con la obligación de hacerlo saber ya que parece que alguna persona que otra lee lo que escribo.
Además de que por algún motivo siento un compromiso fuerte con este blog, no quiero dejarlo a medias, olvidarlo...
También aprovecho para comentar que no sé con qué frecuencia podré escribir este fin de semana, porque recibo una esperada visita -y necesaria- y probablemente esté viernes, sábado y domingo recorriendo Madrid.
Es curioso, pero al vivir aquí no lo termino de aprovechar hasta que me visita alguien. Es una pena.
Pero supongo que ya hablaré de lo que haga. Los planes tienen una pinta buenísima: teatro (veré Veraneantes, de la cual me han comentado que es un trabajo maravilloso, por lo que supongo que algo escribiré), cine (Midnight in Paris, con un ejército de gente recomendándomela), una visita a Toledo (¡qué ganas! me voy a hinchar a sacar fotos), feria del libro en el Retiro, manifestación en Sol, museos...
Vamos, ¡que promete!

¡RÍE!

"Un día sin reír es un día perdido."
Charles Chaplin



Siguiendo en la línea de mis anteriores entradas, continúo con la intención de que cada día sea lo mejor posible.
Y me doy cuenta de que reír es una de las mejores maneras de endulzar la vida sin tener que disfrazar los problemas.
Reír de la realidad, tal cual es, reír de lo bueno y de lo malo.

Sin huir, afrontando la vida, llorando cuando haga falta ¡por supuesto! Toda emoción es bienvenida.
Pero no dejar que el mundo te robe la capacidad de encontrar algo por lo que reír.
La risa cura. Despierta. Hace que los problemas parezcan menos graves una vez nos hemos decidido a encararlos, y entonces podemos hacerlo sin miedo.

Y, por supuesto, aprender a reírnos de nosotros mismos.
El mundo y la vida se hacen menos dolorosos y más llevaderos si decidimos afrontarlos con humor... Incluso aunque te consideres un adulto.
Mucha gente parece confundir ser adulto con ser serio. Como si al crecer tuviéramos que volvernos mustios y grises. Como si no hacerlo significara no crecer.
Pero a mí me parece darle demasiada importancia a un mundo en el que somos menos que un grano de arena.
Y creo que así no se disfruta la vida. Al menos no en mi caso.

Por supuesto que hay momentos que no son de risa. No me malinterprete nadie, no hablo de convertir en frívolas las cosas importantes...
Sólo digo que cuando sucede algo malo hay que hacerle frente, buscar una solución. Y una vez se soluciona, dejar de sufrir.
Y si no hay solución, superarlo también. La cosa es no quedarse sufriendo para siempre sin hacer nada.

Se trata de vivir, no de existir, no de sobrevivir. 
Y creo que de lo más triste que nos puede pasar es olvidar de reírnos.
Así que sonríe, descojónate del mundo -por muy palabrota que sea-, ríe a carcajadas y con ganas hasta que no puedas más, y entonces... ¡sigue riendo!

Hay quien al oírme decir estas cosas piensa que es simplemente porque soy joven, que ya cambiaré.
Quizás tengan razón, pero espero no caer en la trampa y equivocarme tanto.

Hoy, no sé

Me siento incapaz de escribir hoy.
Ha sido un día de agotamiento en todos los sentidos, demasiadas cosas en la cabeza y poco consultar con la almohada... 
Mucha reflexión, pero no soy capaz de traducir lo que pasa por mi cabeza en palabras, ni siquiera en gestos. Puede que ni en la mirada.
Sin embargo he hecho que mi día fuera diferente, y de eso no me arrepiento.

Puede que el mundo empiece a darse cuenta de que soy una chalada, pero poco importa.
Es más, es liberador. No quiero expectativas sobre mí. No quiero convenciones sociales.
No quiero perder años intentando dejar claro quién soy por timidez, o por encontrarme tan fuera de sitio.
En fin, no tengo mucho más que contar por hoy.
Disculpe aquel a quien le importa, ¡si a alguien le importa!

Desaparecer

¿No tienes días en los que simplemente quisieras desaparecer del mapa?
Apagar todo. Ordenador. Móvil. 
Y caminar hasta que desaparezca atrás todo lo que conoces. Hasta que no puedas más.
Ir a la montaña o al campo, a respirar aire por fin.
Dejar todo atrás sin preocuparse de nada.
Un día. Con eso bastaría. 
Deshacerse de todo el peso que te carga el mundo.
Tener tiempo para pensar sin más.
Sin juzgarte. Sin prisa.
Y tumbarte en el suelo simplemente a esperar la noche, mirando al cielo. Viendo cómo cambia de color, cómo se lleva todos los problemas, toda la impotencia, todos los gritos en silencio que el mundo se ha tragado.
Y al mirar la luna creciente, pensar que ella te observa igual, con su media sonrisa. Y estar en paz.
Pero es un deseo muy egoísta y muy imposible. Y hay cosas más urgentes y más importantes a las que atender.
Y hay problemas más grandes en el mundo como para centrarse en algo tan simple.
Sin embargo cuando pienso en escribir en lo que siento y teniendo en cuenta que es domingo...
Recapitulo en la semana, y quitando el "subidón" de la manifestación, que fue increíble... Lo que queda es esto.
Esta sensación que me aplasta, me agobia y me ahoga.
Esta sensación de haber gastado toda tu energía emocional durante la semana y no haber podido estallar, y sentirlo de golpe el último día. Sólo queda cansancio y ganas de olvidar y alejarse de todo.
Pero mañana comienza la vida de nuevo. Hay que madrugar y hacer lo de siempre, retando al mundo para no caer en la rutina.
Luchar otra vez con energías renovadas, que no sé muy bien de dónde voy a sacar.
Supongo que no seré la única, así que a todo el que lea esto le envío todos mis ánimos para empezar la semana. 
Yo me he propuesto no dejar que sea una semana más en mi vida, llena de monotonía y obligaciones. Cambiar mi manera de ver las cosas. ¿Qué harás tú?

Spanish Revolution!

Hoy la ciudad es otra, la gente es otra, el país es otro.
Por una vez, parece que la gente se levanta y se decide a protestar en favor de sus derechos.
Y no sólo eso. Además se está haciendo con una increíble muestra de civismo.
He ido a Sol, y el ambiente de lucha y de unión popular era contagioso, increíble.
Lo primero que llama la atención es, por supuesto, la multitud. Es enorme, bestial. Un montón de gente unida para luchar por una causa. Gente variada, de todas las edades. Desde familias con hijos a jóvenes con vestimenta punk. Todos juntos, sin peleas, sin botellones.
Simplemente protestando pacíficamente, con respeto pero con energía y sin descanso.
Fue impresionante ver la implicación de todos para que hubiera limpieza y todo tipo de servicios básicos: comida, bebida, lavabos, una especia de enfermería, zona de descanso, zona infantil...
Todo ello bien separado, y organizado, incluso un mapa representaba a qué se destinaba cada zona. 
También en los altavoces resonaban discursos de los líderes y de más ciudadanos de a pie, que manifestaban sus opiniones, sus propuestas. 
El público estaba implicadísimo, escuchaba en silencio y al acabar, aplaudía fervientemente.
Era emocionante.
Por momentos toda la plaza del Sol se llenaba de gritos al unísono al estilo de "¡El pueblo unido jamás será vencido!", que comenzaban en alguna parte y pronto se extendían a todas partes. La sensación era de pueblo, de unión. Éramos uno, y a la vez miles de voces, todos juntos.
Otras veces toda la plaza se llenaba de silencio, y el aplauso era mudo.
Pronto perdí la cuenta de las veces que me arrepentí de ser tan torpe de llevar mi cámara sin batería, pero no quise volver a casa. 
Cada segundo allí era impresionante, a pesar de que la multitud pudiera ser agobiante.
No tenía desperdicio. Por fin la revolución de las mentes, por fin los ciudadanos se levantan.
Hemos traspasado fronteras. Por fin hemos hecho algo grande, y se está haciendo bien.
Por primera vez me siento orgullosa de este país, porque estaba harta de tanta pasividad.

Todo lo que sé es que ha sido lo más bonito que he vivido en el sentido social.
Ahora no podemos abandonar. ¡Tenemos que lograr que esto sirva de algo! ¡Que no se pierda en el tiempo!
Hemos hecho historia, y es precioso estar viviendo este momento.
¡Arriba el pueblo!
¡Democracia real, ya!


----
PD: Ayer no escribí por falta de inspiración y de tiempo >.< Si a alguien le ha importado, ¡lo siento!
¡Un abrazo!

El viejo y el mar.

"Un hombre puede ser destruido,pero no derrotado."
Ernest Hemingway


Hace alrededor de un año que leí "El viejo y el mar". Es una lectura que recomiendo muchísimo. Para mí es uno de esos libros que cuando se terminan de leer gustan más de lo que se esperaba.
Sobre todo por el mensaje que expresa -o al menos lo que yo he entendido-, pero soy también consciente de que éste sólo se puede entender cuando estemos preparados y cuando queramos entenderlo.
Quiero decir, que es de esas cosas que nos han dicho toda la vida y nos suenan a tópico, pero no terminamos de entenderlas hasta que comprobamos que no son una estupidez. 
Como eso de que la vida sigue pase lo que pase. Al menos a mí, me lo dices hace unos años y pienso: "Ya, ¿y qué? Si ni siquiera vale la pena".
Sin embargo tarde o temprano te das cuenta de que es verdad. De que hasta que no estás muerto, la vida sigue y hay que aguantar, llevarla adelante con el peso de todo lo vivido cargado a las espaldas. Que los problemas que no tienen solución no deben de detenernos porque no vale la pena, y los que sí la tienen no son problemas, sólo algo que hay que resolver.
Es un error quedarnos estancados en un punto de nuestra vida durante mucho tiempo. Claro que los malos momentos dejan cicatrices, pero dejar que la vida nos pase por encima no hace más que hacerlas más profundas para cuando al final descubras que sigues vivo y has desperdiciado tu tiempo.
Y claro que cuando recibes un golpe necesitas detenerte un momento para recuperar la compostura, y si te caes has de levantarte primero. Pero aunque de miedo al principio, hay que continuar el camino.
Hay quien dice que la vida es bella. Otra frase que antes me sonaba siempre a tópico. A la mínima salía algo mal, pensaba "¿y esto es bello?". Ahora he entendido que es verdad. Claro que la vida es bella, la vida es maravillosa. Otra cosa es que sea fácil... Pero siendo sincera, me parece mucho más interesante que una vida de color rosa -quitando el hecho de que el rosa no es uno de mis colores predilectos.
Me doy cuenta de que a veces me complico, pienso, me confundo... en vez de ser consciente que mi vida es mucho más simple. Hoy entiendo que no sé qué hago aquí, pero estoy viva. Y ya que lo estoy, tengo el derecho y casi el deber a aprovecharlo lo mejor que pueda.
Porque a veces me desperté y no entendí por qué amanecía. Pero amanecía.

Ausente

Si a alguien le importa, no he podido escribir porque he estado algo ocupada. De hecho, ahora no debería de estar escribiendo, pero no quiero seguir atrasándome con las entradas, así que escribo....


------
Estoy como ausente. Como si no supiera bien dónde estoy, como si no terminara de estar.
Mis pies están en el suelo, pero los veo desde el aire, como si mi mente flotara. 
Todo da vueltas. No me encuentro. No entiendo. No me concentro. No sé qué pasa.
Nada me parece lógico y no termino de entender qué hago aquí, o en cualquier lado.
Todo parece una imagen extraña, como ver a través de la ventana de un coche que va a toda velocidad en un día de lluvia. Imágenes borrosas que no terminan de durar siquiera un instante, repetidas en cada gota que se pega al cristal. En cada parpadeo todo cambia y no soy capaz de entender.
Y como no entiendo y no me da tiempo a intentarlo siquiera, no soy capaz de decir nada. Sólo palabras o frases absurdas, inconexas. Me gustaría poder permanecer en silencio, observando. 
Poder olvidarlo todo. Parar el coche. Abrir la ventanilla y dejar entrar el agua y el viento. Saborear este momento raro, sin hacer nada más.
Me gustaría que todo se detuviese por un segundo para poder hacerme amiga del mundo otra vez.

Miedos

Un ejercicio en clase me ha dejado pensando. Consistía simplemente en dejarte caer hacia atrás desde una mesa, y el resto te sujetaban antes de llegar al suelo. Al principio da miedo, pero en el momento simplemente te inclinas y sucede. Y no pasa nada.
Me hace replantearme cosas.
Por un instante me gustaría dejarme caer al vacío de espaldas, con confianza. Sin pensar en nada.
Sólo sentir el vértigo recorriendo cada centímetro de mi piel durante el instante en que me decida a caer. Ese seguramente es el momento que más miedo da. El resto viene solo.
Cerrar los ojos.
Y sentir la caída, la ingravidez. La adrenalina activando todo tu cuerpo.
No importa qué pueda pasar, no importa cómo aterrices. Nada. Lo único que existe es el momento, la caída, el viento golpeando contra el cuerpo como si quisiera detenerlo y no tuviera fuerza suficiente.


Pero no tengo paracaídas.
Y ataca otra vez mi miedo a no cometer errores. Ese que últimamente me invade tanto en algunos aspectos de mi vida. Ese que parece que está día y noche picando en mi cabeza, haciendo mella, sin detenerse.
Es curioso, porque en otras cosas casi lo he perdido... pero es como si a medida que disminuye por un lado, por el otro aumenta.
Quiero decir que no puedo evitar sentirme responsable, muy responsable, de cómo puede influir lo que yo haga en el resto del mundo...
Me conozco, y sé la tendencia que tengo a estropear las cosas... Y no quiero tener que arrepentirme, pero me arrepiento. A veces incluso antes de hacer nada.
Soy partidaria de que no hay que arrepentirse de lo pasado, de que si las cosas salen así quizás no sea por nada, pero simplemente es lo que ocurre y hay que seguir. Sin embargo en estos momentos estoy hecha un lío....
Quizás le de demasiada importancia. Quizás me doy demasiada importancia incluso a mí misma...
Me doy cuenta de que hoy soy tan humana que soy increíblemente absurda.

¡Festejo a la ñoñería y la hipercloridria!

Hay personas que aparecen en tu vida y lo cambian todo. Desde el punto en que aparecen en tu vida, todo se detiene un segundo y tu camino toma un sentido totalmente diferente al que hubiera esperado cualquiera.
A día de hoy, puedo decir que gracias a este tipo de personas soy afortunada. Muy, muy afortunada. He cometido errores, pero las cosas no han salido mal del todo al final. Y quien ha querido permanecer, ha permanecido conmigo. Simplemente a mi lado, sin que los cambios cambien nada -valga la redundancia.
Es como mirar a un horizonte de mar y atardecer naranja, con el sol calentando tu piel y una brisa abrazándote. Y girarte un segundo y encontrarte con que no estás solo, que hay alguien a tu lado mirando fijamente al frente sin apartarse un segundo de ti.
Se me hace imposible pensar que existan mejores personas en el mundo, al menos para mí y para mi mundo.

Yo que tengo un mundo tan interior y tan extraño, lleno de parajes inimaginables, de dudas, de cielos de todos los colores, repleto de estrellas inalcanzables y de una melodía cambiante y dulce. Y de agua, mucha agua reflejando la luz que queda.
Es increíble ver cómo han entrado sin miedo, o, al menos, sin demasiado miedo. Cómo se han metido de lleno y no han salido corriendo al descubrir lo que hay dentro. Cómo han aceptado mis rarezas como parte de mí, y no se han avergonzado ante el mundo de compartirlas.
Y cómo me han dejado entrar en sus mundos, y compartirlos. E imaginar cosas juntos, como si no hubiera tiempo del que preocuparnos.
No puedo evitar sentir como si tuviera un hogar interior vaya a donde vaya en donde estas personas tienen cabida. Un lugar cálido como un abrazo que siempre me acompaña, incluso en el día más solitario. Admito que he sido capaz de olvidarlo por instantes, pero en cuanto vuelvo a encontrar un resquicio, me inunda por completo.
Me han hecho entender tantas cosas, y crecer tanto. Me han hecho comprender qué es querer, qué es la amistad y la familia.
Quisiera con todas mis fuerzas poder darles las gracias, pero no hay nada que sea suficiente para que entiendan qué han hecho por mí.


Hoy estoy extrañamente cursi -lo cual hace que me odie un poco por dentro-, pero sólo quería hacer llegar este mensaje y a veces cuesta menos escribir idioteces así que decirlo sin más. A quienes dirijo estas palabras son personas muy, muy importantes. Espero que sepan por sí mismas quiénes son. Y que sigo aquí, que aunque haya que aguantarme seré incondicional. Quiero darles lo mejor de mí, porque me demuestran que me dan lo mejor de sí cada día.
Bueno, acabo ya con mi ñoñería. Espero que haya quedado claro.

Un segundo antes.

Decir adiós suavemente a lo que fue o lo que pudo ser. Como si cerraras una cajita de recuerdos para guardarla bien y no pensar en ella hasta que vuelvas a encontrarla, casi por casualidad, cuando ya has olvidado que existe.
Abrazar unos recuerdos y unos sueños por última vez, antes de dejarlos atrás, bien escondidos bajo la cama.
Y hacerlo en paz, sin pena. Si acaso, con algo de nostalgia, pero sin dejarte hundir. Pues la vida sigue, y llenarás mil cajas como esta de momentos inigualables. 
Dejar atrás y no anclarse en las posibilidades, porque sabes que es lo mejor.
En la milésima de segundo en que terminas de cerrar la tapa, casi notas en la piel el tacto de lo que guardas. Una caricia fantasma, fugaz... perdida allá lejos, en el tiempo. En el raro, corto, largo tiempo.
Quisieras quedarte en ese segundo para siempre, pero ya has decidido. Sabes que ha sucedido lo que debía, sabes que las cosas seguirán su curso y que la vida continúa.
Mejor no preguntarse más por las posibilidades. No serviría de nada, lo único que conseguirías con ello en estos casos es confundir más lo que te rodea. Volverlo todo más borroso. Más imágenes que se juntan sin sentido.
Ya está cerrada. Te preguntas cómo harás para continuar sin pensar en todo lo que hay dentro. Qué harás cuando sin quererlo, recuerdes. Cómo eres capaz de cerrarla y ya está.
Sin embargo, está ahora todo tan claro dentro de la confusión, estás tan seguro de que has hecho bien que lo dejas estar.


En mi caso me doy cuenta de que a veces corto más los hilos que me atan a todo esto más de lo que debería. Intento fingir que no sucede nada, y que no ha cambiado nada, pero levanto una barrera invisible para el mundo ante los recuerdos. Y sigo adelante.
Alguna vez me arrepiento, porque se pierden cosas. Es como si abriera las manos al viento, y dejara que se llevara lo que hay en ellas, cerrando los ojos para no ver que está sucediendo eso. Pero por mucho que no mire, noto el viento rozando la piel, revolviéndome el pelo, haciendo volar las memorias. Y respiro hondo para olvidarlo todo.
Mi problema es que no sé hacerlo de otra manera.

¡Despierta!

Estoy harta de esta pasividad social casi contagiosa. El mundo va fatal, y todos tan tranquilos.
En días como hoy, sólo me apetece tomar las calles y hacer algo. Algo que sirva. Protestar y remover conciencias, hacer entender a la masa que lo que se ve en las noticias no sólo es una mínima parte de lo que sucede en realidad, sino que es REAL, que no es simplemente una imagen en nuestros televisores que está tan lejos de nosotros y que no nos afecta.
Que no debemos, que no podemos desentendernos, que si no somos parte de la solución estamos siendo parte del problema.
¡Qué impotencia más grande! Y yo aquí, escribiendo. Cada segundo que paso sin hacer algo me parece un desperdicio.
En esta sociedad parece que estamos atolondrados.
Lo que no da un resultado inmediato no se aprecia, así que no hacemos nada. No cambiamos nada.
Y eso es lo que falta. ¡Faltan ganas de cambiar el mundo! ¡Falta sangre en las venas! ¿Qué nos pasa?
Todas las generaciones babeando frente a la tele, y el mundo se nos va al garete. ¿Dónde han quedado las ganas de luchar? ¿Dónde el apoyo del pueblo al pueblo? ¿Dónde?
Fijamos la vista en la propia nariz y olvidamos que hay algo más allá de nosotros mismos.
Luego nos da "penita" la pequeña parte de información que nos llega por el telediario acerca de las guerras, el hambre, la contaminación, ... Y a cambiar de canal, que no pasa nada, que está la Esteban en el otro canal.
Y luego están las ONGs -no todas- que se estafan, como mínimo, la mitad de lo que sacan haciendo sentir culpable a la gente. Se aprovechan de las ganas de mejorar el mundo, o al menos, de las conciencias de alguna gente. Hay que ser cabrones.
Y así seguimos, con los ojos entrecerrados, sin querer mirar a lo evidente.
Todos víctimas sin poner oposición de lobotomías sociales.
Y hablo de "nosotros" porque en el fondo ¡nos afecta a todos! Aunque no queramos, aunque nos neguemos. Así es, nos afecta, nos aliena.
Sólo pido a quien lea esto que recupere algo de su sangre, algo de fuerza, de opinión, de ganas de luchar y de cambiar las cosas. Y que no abandone, aunque la cosa esté para tirarla. Que aunque parezca que no hay nada que hacer, todo cuenta, que lo peor es no hacer nada.
Y que si nos unimos, siempre podemos hacer algo, aunque parezca poco.

Blogger FAIL!,

Bueno, al parecer la pobre gente de Blogger ha tenido unas 20h y pico bastante duras intentando restaurar el sistema, que tuvo un fallo después del mantenimiento técnico rutinario y blablabla...
Así que yo, que por una vez había escrito mi entrada NO en el límite de tiempo -cosa que pasa una vez cada 70 y pico años, en plan Cometa Halley- ¡no la había podido subir hasta ahora!
Aclarado esto, me dispongo a subirla y a desear con todas mis fuerzas que se restaure correctamente el sistema, deje de hacer líos con las etiquetas de mis posts, y me devuelva los comentarios -las entradas parecen estar ya a salvo.
¡Gracias por leer!

Inútil

Muchas veces me planteo lo inútil que soy en muchos sentidos. No es que esté en plan depresivo-auto-compasivo (creo), sino que simplemente, lo siento así. Como por ejemplo cuando me piden consejo, o en esos momentos en los que ves cómo alguien que aprecias muchísimo se viene abajo, y no sabes hacer nada por detenerlo.
Me pasa a menudo, y no lo soporto. Pienso que merecen a alguien mejor que sea capaz de sacarlos adelante, que sea capaz de tirar de ellos, de darles una idea genial, y no aguanto no ser capaz de ser esa persona que hace falta, capaz de sacar una sonrisa, como hacen ellos conmigo. De animar las cosas, de hacer que no parezca tan grave, o incluso de abrirles los ojos si es necesario, como hicieron conmigo en su momento. De aliviarlo todo por un segundo y que la vida no parezca la mierda que está siendo entonces, o que al menos tenga mejor pinta. Aunque sea un poco.
Pero una y otra vez me pasa lo mismo, que me siento una completa estúpida, una inútil. Comprender no es suficiente. Y lo que importa no es eso, que me sienta idiota. Sino que me da la sensación de que realmente no soy capaz de devolverles lo que ellos me han dado. 
Quizás es una gilipollez, pero últimamente no paro de pensarlo. Me siento como una imbécil emocional -creo que estos días, más de uno me lo ha oído un par de veces. 
Y no me apetece que me digan que no es así. No quiero. Lo único que me apetece es tener la solución a sus problemas, o al menos la clave para hacerles sentir mejor. ¡Joder! Simplemente hacer por ellos lo que hacen por mí, como mínimo. Para sentir que mi amistad les vale de algo, para verles sonreír un poco. Yo que sé. Para hacerles entender lo que me importan, y conseguir mejorar un poquito sus vidas, como hacen conmigo.
Es tantísimo lo que tengo que agradecerles que me parece fatal por mi parte no poder ofrecerles como mínimo, lo mismo.
Y sin embargo, aquí estoy, perdida y sin saber por dónde buscar la solución...
Supongo que algo aprenderé de ellos, de mis amigos, de mi familia, con el tiempo.
Hasta entonces intentaré todo lo que pueda, aunque sea torpe y, sinceramente, se me de fatal.
Aguantadme hasta entonces, ¡si podéis! Espero que en este caso, la intención cuente.
---
PD: Joder, ¡bien de tacos que he escrito hoy! ¿De dónde han salido?

Cambios

Estoy a poco más de un mes de acabar mi primer curso en la escuela de teatro. A poco más de un mes de mi primer curso viviendo fuera de casa -y digo "casa" porque sigue siendo mi hogar".
Es increíble lo rápido que ha pasado el tiempo, aunque a la vez me da la sensación de que mi vida allí hace más o menos un año, queda increíblemente lejos. Tengo una sensación temporal muy, muy rara. Como si no terminara de creerme ni que esta sea mi vida ahora, ni que esa lo fuera hace tan poco tiempo -ni tanto.
Esto suena muy raro, quizás es difícil de entender cuando no lo has vivido.
Pero han habido tantos cambios en este tiempo que apenas me reconozco, pero sigo siendo la misma. Incluso cuando vuelvo a la isla hay momentos en los que parece que el tiempo no ha pasado, y momentos en los que estoy fuera de lugar por todo lo que he cambiado.
A veces recuerdo cómo era hace un año y pienso "¡era gilipollas!". Dando prioridad a nimiedades, preocupándome por estupideces. Otras veces pienso "Joder, pero cómo molaba todo", cuando me vienen a la mente imágenes de momentos con las personas más cercanas. Momentos que no sólo son irrepetibles, sino que aquí, hoy por hoy, son inimitables al no estar ellos cerca. Después reflexiono más y me acuerdo de que por estas fechas el año pasado ya estaba empezando a cambiar. Había madurado un poco, había reflexionado acerca de algunos temas en los que llevaba bloqueada muchísimo tiempo... Y en realidad tampoco era tan gilipollas. Pero cuando recuerdo los arranques idiotas de adolescencia no sé qué pensar. Y cosas de mi entorno que no entendí en su momento, hoy están claras y las agradezco muchísimo.
Bueno, y eso que sigo siendo adolescente, claro, pero... ¡venga ya! Nunca había sido tan adolescente como cuando estuve a punto de empezar a dejar atrás un poco de mi adolescencia.
Sin embargo, supongo que debía de pasar por esas cosas. Y tampoco es que ahora esté hecha toda una mujer -ni mucho menos, ¡por favor!-, ni que tenga las cosas totalmente claras, ni que sea el colmo de la madurez. Pero tantos cambios en tan poco tiempo me han hecho diferente en algunos aspectos...
Tampoco me arrepiento de cómo fui. Ahora no sirve de nada.
Y ahora, después de escribir todo esto, me encantaría ver mi cara en un futuro si vuelvo a leerlo unos cuantos años después, o puede que no tantos. Seguramente vuelva a pensar que era bastante idiota...

Run through the rain

Hoy tampoco sé muy bien de qué escribir, pero lo que me pasa por la cabeza es esto.
Por alguna extraña razón me gustaría que estuviese lloviendo ahora mismo con fuerza, como la semana pasada. Fue extraño, pero sin saber muy bien por qué me sentaba bien oír la lluvia pegando con fuerza en el suelo de la calle. Sólo tenía ganas de meterme de lleno bajo ella sin que importara acabar empapada, y dar un paseo con el sonido de las gotas golpeando las aceras como única música.
Y todo esto viendo cómo la gente corría por las calles a refugiarse bajo cualquier techo, como si cayera ácido en vez de agua. La mayoría parecía pensar que se les había arruinado el día, pero a mí por alguna razón me parecía perfecto que ocurriera.
De hecho, ese día la lluvia era preciosa. Sonaban truenos a lo lejos, y poco se podía ver porque caía tanta agua y con tanta fuerza que parecía que quería hundir la tierra. Lo inundaba todo, hasta el aire. Hasta el ruido estridente de la ciudad se veía azorado por el potente estruendo de la tormenta.
Comenzó estando yo en clase, y mezclada con las notas de piano que sonaban y la coreografía simplemente era para perder el aliento.
Y lo mismo me pasa ahora. Esta noche parece demasiado vacía sin esa lluvia fuerte, de gotas enormes que hacen muchísimo ruido, y que consiguen que la gente se refugie dejando la calle para un par de nostálgicos que queramos disfrutarla. Para salir un rato de aquí a caminar y al volver, ver una película con una manta y una taza de té. Bueno, y ya para rematar faltaría una buena compañía, pero eso es aún más difícil, estando en donde estoy, que el hecho de que llueva.
Lo sé, soy rara, extremadamente rara. No me importa admitirlo, creo que es mucho peor que se tenga que descubrir el pastel más adelante. Y en realidad, tampoco me importa serlo... Al menos creo que la vida se me hace más interesante siendo así.
Pero a veces me harto un poco a mí misma al ver lo complicada que soy. Me cuesta entenderme a mí misma, y entiendo que al resto pueda costarle muchísimo más. De hecho, hay días en que realmente no comprendo cómo hay quien permanece a mi lado después de conocerme. Aunque también alejo gente.
Y me siento tan estúpida e incomprensible que abrirme a los demás me parece absurdo.
Pero no es eso de lo que quiero escribir ahora.
Ahora simplemente quisiera que lloviera e irme a correr bajo la tormenta sin pensar en mañana.

Decisiones

Yo soy de las que creen que, de alguna manera, somos nosotros mismos quienes construimos nuestras vidas, al menos hasta cierto punto.
También creo que influye mucho, claro está, nuestro entorno. Quiero decir, cómo es lo que nos rodea social y materialmente, las circunstancias que se nos han presentado, las personas que están alrededor de nosotros...
Hay toda una serie de factores interminable que nos convierte en lo que somos, sí. Pero lo que quiero decir es que no somos sujetos pasivos ante el mundo. No es sólo lo de fuera lo que cuenta, importa también lo que nosotros hacemos ante tales circunstancias, cómo reaccionamos, aunque incluso nuestro comportamiento se derive en gran parte de éstas. 
Eso es lo que hace que seamos diferentes entre nosotros, que la vida sea interesante. Y no vale justificarse sólo con lo que hemos vivido, pero sí que ayuda a que entendamos qué pasa por la mente de los otros.
Dicho esto, hay que decir que a veces en nuestra vida tenemos que tomar decisiones. A veces es una idiotez, como simplemente irte, o decir algo. A veces va más allá.
Supongo que todos nos hemos hecho, de manera consciente o inconsciente, preguntas como: ¿qué tipo de persona queremos ser? ¿cómo nos gustaría -si es que nos gustaría- influir en el mundo y en nuestro entorno? ¿cómo queremos vivir? ¿cómo seremos en unos años?... Y de alguna manera tomamos la decisión de seguir nuestros planes. Y si no te lo has preguntado, es interesante hacerlo... Lo cumplas o no, creo que es una manera de echar una ojeada a lo que somos realmente, de conocernos un poco más. Incluso, si eres sincero, puede que la respuesta te llegue a sorprender, pero hay que hacerlo sin miedo. Es lo que somos.
En cuanto a las decisiones más banales, a veces cambian tu vida aunque no lo esperes en absoluto. De repente, con el tiempo, cobran importancia. Por poner un ejemplo, yo cuando era aún una cría -más que ahora, ¡que sólo tengo 18 años!- de 13 años me atreví a comentar que no estaría mal hacer teatro. 
Antes no lo habría hecho jamás por vergüenza. Yo era mil veces más tímida que ahora, pero por una vez me atreví a decir un poco lo que pensaba y gracias a eso, poco después se enteró el que por aquel entonces daba teatro en mi instituto y prácticamente me apuntó. Y por una vez, sorprendiéndome a mí misma, me atreví. Y eso cambió mi vida hasta un punto que si en ese momento me llegan a decir que a los 18 no viviría en casa de mis padres y estaría en Madrid estudiando teatro no me lo hubiera creído ni por un segundo.
Pero el caso es que me arriesgué, y si no lo hubiera hecho no sólo no estaría aquí, sino que no habría conocido a la gente más importante para mí fuera de mi familia, no habría perdido al menos una parte de mi vergüenza, no conocería el valor del riesgo, no sería quien soy hoy, no me hubiera enganchado con el teatro... y todo lo que esto trajo a mi vida.
Vamos, que me habría perdido demasiadas cosas. Probablemente, a día de hoy estaría en casa y sería una persona totalmente diferente. Mucho más encerrada en mí misma (y eso es mucho decir) y más solitaria. Y dudo seriamente que fuera feliz -tampoco es que mi vida sea maravillosa, pero hay por donde tirar-.
Esto es sólo una reflexión de la importancia de nosotros mismos en nuestras vidas, incluso en lo más pequeño de todo, y que me surgió por un tema que nada tiene que ver con esto.
Sólo quiero que lo pienses, quien seas. Que tengas en cuenta que la vida no te va a comer, que te actives, que vale la pena arriesgarse y que hasta la más mínima cosa que hagas puede cambiarte drásticamente.
Y que no hay que tener miedo.

¡De vuelta al mundo real!


Bueno, aquí estoy, ¡de vuelta al mundo real!
Si a alguien le importa, ¡perdón por la falta de actualización estos días!
Este fin de semana no he escrito porque he tenido la suerte de hacerme un cortísimo (en serio, para mí ha sido extremadamente corto) viaje a Bilbao. Y he tenido la suerte también de contar con un pobre desdichado que me ha alojado, me ha llevado de "turismo" y me ha aguantado tooooooodo el tiempo ¡pobrecito!
Además he asistido al Fant, una sesión de cortos en la Alhóndiga, de fantasía/terror que me ha gustado bastante, he conocido un poco la gente, el ambiente de allí, y tengo que decir que me ha gustado muchísimo todo. Vamos, me ha dado muchísima pena tener que volverme tan pronto.
Así que ya estoy en Madrid, después de cinco horas de viaje, aproximadamente, alucinando por la ventana de ver estos paisajes, ya que no suelo hacer viajes largos por tierra, y menos por la península... Escribiendo en el bus, y haciendo mis deberes de inglés, e intentando recordar todos los momentitos que me han encantado del viaje.
Sinceramente, me he quedado con ganas de más y espero volver. Y por supuesto, recomiendo ir. Además, es genial salirse durante un fin de semana de la rutina y conocer algo nuevo. ¡Pena que dependa tantísimo del dinero!
Pero a veces hace falta despejarse un poco, y esto ha ayudado a disfrutar al fin de un fin de semana sin estar rallada, preocupada, blablablabla....
Así que, nada, me dispongo a actualizar el blog para quedarme tranquila y poder ponerme a ensayar un poco.
¡Gracias por leer!

Madrid

Vivir en la "gran ciudad" es, para mí, bastante raro. Es como si... no sé, como que hay tanto ruido que apenas se puede oír la respiración propia. 
Y todas las calles están como invadidas por una energía enorme, todo es movimiento, todo es bullicio. Todo el mundo va de aquí para allá, sin detenerse. Todo el mundo tiene prisa. Y quien no tiene prisa, se contagia de la prisa del resto. Cuando te das cuenta, estás saltándote semáforos aunque vayas con media hora de antelación, o aunque no tengas nada que hacer allí donde vas. Y adelantando a los pocos valientes que se atreven a ir a otro ritmo.
A veces me paro a mí misma, sorprendida al ver que hago estas cosas. Y pienso ¿por qué tanta prisa? Hace un día estupendo, está genial para estar en la calle, y me veo prácticamente corriendo a mi piso. Es absurdo. Y ¿qué problema hay en esperar 20 segundos para que el semáforo esté en verde, y poder cruzar? Absurdo, absurdo, absurdo. De hecho, puede que te estés jugando la vida en un momento determinado por cruzar un poco antes. No digo que no me salte los semáforos, pero hay veces que simplemente no hay necesidad.
Además, está el metro. Algo que yo casi ni conocía hasta ahora. En Gran Canaria no tenemos metro, claro está. 
Pero es un lugar fantástico para observar gente. Y es que son toneladas de seres humanos -en hora punta- de los cuales la mayoría son currantes cabizbajos que viajan solos, señoras mayores, o estudiantes. A veces la cosa se pone incluso territorial. Mujeres con tacones de aguja -y cara de sufrimiento-, señoras mayores y trabajadores cansados y descontentos que van de pie parecen tener controlado todo el vagón. Como si tuviesen un radar y supieran quién se bajará en la próxima parada para ir -muchísimo más rápido de lo que te esperas, ya sea por tener los pies destrozados, por su pinta de cansancio o simplemente por parecer ancianitas frágiles- directos al asiento que queda libre antes de que otros viajeros más distraídos puedan siquiera ver lo que ha pasado.
Yo suelo viajar de pie, apoyada a una puerta y mirando disimuladamente lo que ocurre. Tampoco es que haga trayectos largos, y desde ahí tengo una buena visión en general. A veces descubro gente interesante. Otras veces... regreso a mi iPod, con mi música y lo que esté leyendo en ese momento, para esperar el momento de salir. Yo, como soy bajita, suelo quedar bastante oculta y perdida entre la multitud hasta que consigo llegar afuera de la estación y tomar el aire. El metro, en realidad, agobia un poco... Pero es barato y rápido. Dicho así, en realidad se ajusta bastante a este estilo de vida rápido, en el que lo que importa es llegar cuanto antes en vez de pararse en mitad de la calle a disfrutar del día.

Seguir, seguir y seguir.

Hay algunos días en los que sin más, es difícil encontrar un sentido a seguir.
Por un segundo, siento que no entiendo qué hago aquí, en Madrid, haciendo lo que hago. Por un segundo me entran dudas y no veo sentido a seguir adelante. No tengo ganas de dar un salto y presentarme en clase como todos los días. Pienso que quizás no es mi sitio, que quizás no es mi profesión, que quizás no valga, que quizás no encontraré mi sitio, que quizás deba renunciar, y que quizás y quizás y quizás....
Y que si me importa algo ahora es simplemente mi familia, y esa gente con quien no comparto sangre pero sí unos lazos fortísimos.
Pero sin darme tiempo a pensar, me levanto, voy a clase, ensayo, pruebo, me esfuerzo, juego, actúo lo mejor que puedo. Disfruto. Me entrego. No me paro a pensar en si estoy satisfecha con lo que he hecho por miedo. Y sigo sin darme tiempo a pensar y voy a clases de inglés, y preparo el ejercicio de técnica, y el ensayo que tenga al día siguiente, y sigo adelante. Y sigo y sigo y sigo. Hasta agotarme.
Y me doy cuenta de que, a pesar de lo que pueda costarme, de todas las inseguridades, los días malos, la frustración, el peso de todo... Sigo aquí. Y no podría irme.
Es como una relación amor-odio con lo que hago. 
Pero encuentro que aunque haya días que esté desmotivada, hay días increíbles en los que simplemente me doy cuenta de que vale la pena, cuando veo que a alguien le ha llegado el trabajo que hemos hecho, cuando veo cosas increíbles suceder en clase como por primera vez, cuando trabajo en algo a fondo, y me he pasado semanas sin pensar en otra cosa que en mi personaje y mi escena, y sin dormir, y veo que sirve de algo, que hay un cambio... Cuando se me enciende la bombilla y por fin entiendo a mi personaje completamente, cuando no pienso en nada y me dejo llevar por la escena, cuando termino y estoy aturdida y no sé qué he hecho... O simplemente cuando miro atrás y me doy cuenta de todo lo que he aprendido del teatro y de todo.
Es que me estoy quedando corta con todo lo bonito que tiene el teatro para mí. Supongo que es cuestión del día.
Hoy escribo esto para recordarme a mí misma por qué sigo, por qué no abandono aunque a veces parezca que todo es... una mierda. O peor, que me deja casi indiferente.
Porque hay días en los que simplemente parece que nada vale la pena.

Los sueños no viven siempre en el futuro

Hay momentos en los que desearía que no existiese un mañana.
Momentos en los que todo cambiaría si no hubiera que pensar en el futuro, en qué pasará, en qué cambiará... Simplemente vivir el momento, el minuto, el segundo. Seguir lo que sientes y olvidar todo el pasado, todo el futuro.
Vivir el presente.
Gritar al mundo, salir corriendo, abrazar a alguien, decir lo que quieras, apretar una mano, ...
Cosas que generalmente cuestan tanto.
Es una idea preciosa. Pero.. no siempre se puede. Casi nunca se puede.
Y suele ser mejor no hacerlo, a la larga. 
Además, imaginar el futuro tampoco está tan mal. Yo evidentemente es algo que también hago mucho.
Y hacer planes, y querer sacar partido a tu vida, y prepararte para cosas que aún no puedes hacer, sea por lo que sea, y soñar, e imaginarte un futuro mejor... también es precioso. Siempre y cuando tengas las ganas y la fuerza de llevar a cabo tus planes cuando llegue el momento. Aunque no salgan bien.
Pero resulta exaperante guardarse todos esas ganas de hacer algo en un momento determinado. Parece que se acumulan en cada uno, como si cada segundo que pasásemos aguantándonos nos hincháramos más y más, como un globo, una burbuja.
A veces puedes sentir que vas a explotar. Es más, a veces dan ganas de explotar, de arrasar con todo.
Pero no soy tan ilusa como para creer que no importa, que se puede. Sin embargo sí que lo soy para seguir soñando.
Y a eso dedico esos momentos antes de dormir -siempre que no esté a punto de morir de un ataque de nervios gracias a las escenas/impros del día siguiente, ¡claro!-, a olvidar que existe un mañana y dejar volar mi imaginación.
A pasar noches bajo las estrellas sin preocupaciones, a viajar desde mi cama al mundo entero. Al instante que quiera.
Y eso es lo que hago cuando me quedo como una idiota mirando y escuchando la lluvia, cuando sólo se oyen las gotas golpear las calles, y el mundo está borroso.

Hoy soy así

Hoy tampoco tengo nada claro acerca de qué escribir. Así que tras varios intentos insatisfactorios he decidido escribir y dejar que surja, sin más. Sin juzgar lo que escribo, lo que siento...
Quizás hoy tampoco haya sido el día perfecto, pero al menos ha sido bastante agradable en general.
A veces me sorprendo a mí misma olvidándolo todo y sonriendo sin más. Y otras veces me sorprendo a mí misma recordándolo todo...
Me he dicho una y mil veces que es hora de mirar adelante, a pesar de que no ha pasado tanto tiempo... y olvidar. No quiero seguir en esta energía, auto-compadeciéndome y sintiéndome como una idiota. No vale la pena desperdiciar así mi vida, ahogándome en un vaso de agua de lo que no fue. Ya es hora de beberlo y olvidarlo, no al revés, que un vaso me beba y siga recordando.
Me niego. Y aunque ahora me cueste sé que más adelante agradeceré esta decisión.
Porque me he dado cuenta de que muchas veces no queremos escapar del todo de este tipo de situaciones. Que nos aferramos como si nos fuera la vida en ello a un simple recuerdo, a una brisa, a una noche. Pero no vale la pena, al menos hoy no.
Duele hasta pensarlo.
Pero como siempre, siempre, siempre, la vida sigue. Y yo he decidido seguir con ella, y disfrutarla.
No quiero volver a detenerme en este punto. No es justo.
Hace tiempo que estas cosas me rondaban la cabeza y creo que me ha sentado bien sacar un poco afuera. Y hoy me da igual si alguien lo lee, lo mal que he escrito, el poco sentido que tiene. Hoy escribo porque yo soy esto que he escrito. Quizás soy demasiado complicada, y en realidad no debería de meterme en estas situaciones. Pero hoy me atrevo a decirlo, porque estoy harta de dejarme alienar en cierta forma por el mundo. Quiero simplemente decir sin vergüenza que soy esta idiota que está escribiendo gilipolleces sin sentido a las tantas en su blog. Igual que soy otras mil personas. Más de mil. Una para cada día que viva.
Y no me importa más. Hoy no.

Oscar Wilde. Vivir o existir.

"Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo."
Oscar Wilde.



Miro a mi alrededor y me impresiona ver la poca gente que de verdad guarda entusiasmo en la vida. En lograr sus sueños.
Me parece como si la sociedad que me rodea en general ya no tuviera interés en arreglar el mundo, en sacarlo adelante, en luchar contra las injusticias y en favor de mejorar las cosas.
Incluso en luchar por sus sueños. Hoy en día parece que está mal visto soñar.
La gente se cree mejor por buscar un trabajo estable y no hacer nada por seguir sus sueños. 
No quiero decir que me parezca mal tener un trabajo estable y aburrido. A veces aunque no sea lo que más te apasione, es necesario. 
Y tampoco quiero decir que todos los oficinistas, por ejemplo, tengan que estar descontentos con su vida... Puede que les encante su trabajo.
Lo que quiero decir es que si tu sueño es otro, ¿por qué no haces nada por lograrlo, ahora que ya tienes tu vida resuelta?
¿Por qué no te arriesgas para ser feliz de una vez?

Pero no, porque es inútil. Porque no da dinero. ¡DINERO! Venga ya. ¿De verdad es tan importante?
Vale que de algo hay que vivir. Que no soy estúpida por querer ser actriz ¿vale? No significa que no piense en el futuro, que crea que me va a caer del cielo una casa en la que vivir y alimento que comer (qué escena tan gore... eso de la casa cayendo sobre mí es un poco violento... bueno, pero se entiende lo que quiero decir, ¿no?).
Pero si ya tienes tu vida arreglada, ¿por qué no haces algo por hacerla mejor, al margen del dinero? ¿Por qué no estudias esa carrera que siempre quisiste pero supiste que no tenía salidas, o por qué no ahorras para hacer el viaje que siempre soñaste? ¿Por qué no vas a clases de lo que sea que más te apetezca, por qué no te entrenas para lograr tu meta? ¡¿Por qué no tienes la fuerza suficiente como para vivir tu vida, y no para sobrevivir en ella?!
¡La vida es bella!

Vale, la vida no es fácil. Puede que ni tenga ningún sentido, que simplemente existamos por existir. Pero... ¡Estás vivo! Aprovecha tu vida. No digo que todo vaya a salir bien. Puede que salga estrepitosamente mal. Pero... ¿no es peor no intentarlo siquiera? ¿Quedarte perteneciendo a la masa, insatisfecho con tu vida y fingiendo que estás satisfecho por hacer lo que todos esperan de ti?
¿Por qué la gente no tiene fuerza para vivir? ¡¿Qué pasa?!
¡Que soñar no es de idiotas!
¡Que no siempre hay que hacer lo que se espera de ti!
¡Que existir no es suficiente!
¡Que podemos cambiar las cosas mucho más de lo que creemos!
Por favor, dad una oportunidad a vuestros sueños. Con conciencia, sí, pero... en serio, vale la pena.
Quizás soy demasiado idealista, quizás soy una simple joven demasiado idealista... Pero sinceramente, vale la pena vivir.

¡Gracias por leer mis estupideces!