El reloj

"Se encontraba en un pequeño claro del bosque, su lugar favorito. Iba allí siempre que necesitaba escapar de la ajetreada vida en casa, con sus adultos y sus problemas.

Sus pasos en el suelo recubierto de flores y hojas secas eran ágiles y silenciosos; sin embargo hoy iba distraída y tuvo que apartar sus pie con rapidez antes de aplastar lo que al parecer era un pequeño objeto que se había interpuesto en su camino.

Miró hacia el suelo para descubrir qué era y vio un pequeño reloj, como de bolsillo, abierto, reflejando la luz del sol de la tarde.

Con sus delicados dedos a modo de pinzas, tiró con suavidad de la cadena y la alzó hasta que el reloj quedó a la altura de sus ojos.

Estaba parado, a las cinco menos cinco minutos y treinta segundos.

Se puso de puntillas y alcanzó a ver la hora que marcaba el reloj del campanario. Las cinco en punto.

Dirigió de nuevo su vista al reloj y lo agarró con su mano libre, y lo notó cálido. Como si alguien lo hubiera dejado caer allí y se hubiera ido sin más.

Se quedó muy quieta esperando oír los pasos del dueño del diminuto reloj, al cual aferraba entre sus manos.
Sin embargo, todo lo que oyó fue un tic-tac que afloraba de entre sus dedos.

Abrió las manos sonriendo: el reloj estaba en marcha de nuevo."

Monólogo de la pianista

"Toco desde que tengo memoria. Al parecer, siendo muy pequeñita, en una de las fiestas de mi madre, la oí tocar. Dice que me acerqué tanto al piano que tuvo que pedirme que me apartara un poco porque no la dejaba seguir. Yo miraba embobada cómo sus dedos largos pulsaban las teclas y cómo subían solas… Supongo que fue lo que llaman “amor a primera vista”. Mamá me subió a su falda y me puso las manitas encima del piano, y jugando con ellas como con las de una marioneta me hizo tocar una melodía. Me sentí casi como una diosa, creando música con unas manos tan chiquititas como eran, que cabían las dos enteras en una mano de mi madre.

Ese año, por mi cumpleaños, tío Johann me regaló un piano chiquitito. Ahí aprendí todo lo básico; mamá me enseñó las notas y algunas canciones que tocaba ella de muy pequeña. Aún lo guardo, y cada vez que lo saco lo encuentro más minúsculo.

Hacía años que no tocaba el piano. Pero cuando he visto este… ¿Sabes? Es igual al que tocaba mi madre. Igual. Es precioso… Pensé que no volvería a ver un piano así, con los tiempos que corren. Debe de ser muy antiguo. El nuestro quedó destrozado cuando… Bueno, ya sabes. Y yo no pude tocar desde entonces. Qué tontería ¿no? Quiero decir, que hasta entonces el piano había sido algo así como mi escape…

Pero mejor no hablar más de estas cosas. Si vine a tu casa fue para poder dejarlas atrás… Disculpa que te contara todo esto. Verás, para serte sincera, me da la sensación de que eres la única persona cuerda que hay aquí y supongo que llevaba demasiados días en silencio. Y te agradezco tanto que me dejes estar aquí… Quisiera ayudarte, porque no hace mucho que yo estuve en tu situación o algo parecido. Y tu padre fue siempre muy bueno con mi familia; siento que te debo algo.

Sigo sin creer que ya no estén, ni tu padre ni mi madre. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo dejamos que pasara?"

Carta a Nina

"Querida Nina,
Han caído unas gotas, las primeras del otoño.

Tenía la ventana abierta y entonces entró olor a tierra mojada. Y por algún motivo, me sentí como si me hubieran trasladado un segundo a casa. Sí, a CASA. En mayúsculas. No aquí.
Era un olor extraño para estar en la ciudad; no me lo esperaba. No en este edificio en el que vivo. 
Así que el olor ha venido flotando y se ha colado entre las cortinas blancas de encaje que se ondearon unos segundos con el viento. Comenzaba también el frío.
La lluvia ha parado tan súbitamente como empezó, pero ha dejado todo un río de dudas y pensamientos que no sé cómo contarte.


Aquí en el futuro todo va bien, al menos dentro de lo que se puede esperar. Estás persiguiendo tus sueños, viviendo aventuras y conociendo lugares y personas únicas.

Aún así, no va bien.
Por algún motivo, has encontrado que no deberías de estar donde estás y aún así tienes la seguridad de que no hay vuelta atrás.
Estás viendo cómo tus esfuerzos se escurren por el más pequeño agujero, que pasó desapercibido. No hay camino hacia adelante, pero tampoco puedes volver.
No quieres decepcionarte, quieres terminar lo que empezaste, lo sé.
Nina, te juro que hay momentos en los que me gustaría que leyeras esto y cambiaras de idea. Quizás fuera doloroso no perseguir este sueño. Puede que me dieras una bofetada si te dijera estas palabras; tú siempre creíste firmemente en tirarse a por todas. Pero ¿qué dirías su supieras con seguridad que no lo estás consiguiendo? 

Bueno, dirías que lo intentara más fuerte.
Pero te aseguro que hoy, justamente hoy, no entiendo qué haces tú aquí. No deberías. Quisiera protegerte. 

Ya es tarde.
Te lo cuento a ti, y sólo a ti, porque no quiero palabras de ánimo. No quiero palabras vacías. No quiero que me digan que puedo con todo y más. Sé que puedo sobrevivir, ¡claro que puedo, joder!
Y tampoco quiero decepcionarte. Quiero terminar lo que he empezado.

Aún así... ¿Cómo cojones piensas sobrevivir aquí? Si te decepcionas cada día por no estar ni aquí ni allá; por haber venido para nada; por ser una carga...
Lo siento, no quiero hacer que te sientas mal. De hecho te admiro. Admiro tu determinación y tu energía y tus ganas... pero a mí todo esto se me está agotando y me odio por ello.
Nina... quisiera volver a verte pronto. Creo que me haces falta, porque no aguanto estar aquí en medio de la nada.
Un abrazo enorme; sé que lo necesitarás."

Elise

"Elise se sentía poco especial aquel día.
Sentada en su pequeño sillón blanco como la nieve, miraba por la ventana de su habitación sintiendo una especie de miedo irracional a ser una persona quizás no del montón, pero sí poco importante.
Tenía miedo a que no la quisieran, de que no notaran su presencia o su ausencia. Últimamente incluso tenía la sensación de que los mayores jamás miraban abajo para mirarla a los ojos, y no se atrevía a participar en sus conversaciones porque temía parecer tonta -aunque, no pocas veces, ellos dijeran lo que ella estaba pensando un segundo antes.
Decidió dar un paseo por el jardín, y, a la sombra de su roble favorito, pensó que todos en este mundo tenían algo especial, y que ella también debía tenerlo.
Elise arrancaba el césped con una mano mientras observaba pensativa a una mariquita que trataba de escalar por una flor. Reflexionando, buscaba qué era ese algo que la convertía en especial, pero era incapaz de encontrarlo. Y aunque a veces parecía vislumbrarlo, se le escapaba de la mente al segundo.
Una hoja del roble se desprendió, y de golpe, le pareció mucho más delicado de lo que le había parecido nunca aquel árbol tan fuerte y que tanta seguridad le aportaba. Así que agarró la hoja del suelo y decidió guardarla. Pensó que quizás era cuestión de tiempo descubrir lo que la convertía en una persona especial, porque a veces nos cuesta ver más las cosas que están justamente frente a nuestros ojos."

Fleetingness

¿Qué es la vida en sí?
Existimos, venimos a este mundo sin ningún fin más que el de transmitir nuestros genes. No somos nada, ni una mota de polvo, para el universo.
Somos frágiles, efímeros. Nos damos más importancia de la que tenemos, y nos duele descubrir que nuestras ínfimas vidas pueden acabar, que podemos sufrir, que nos puede pasar cualquier cosa. No queremos darnos cuenta de que todo lo malo es parte de la vida, de que no hay nada más. No hay suerte, no hay nadie jugando con nosotros. Nada se oculta tras lo que llamamos trascendental. Por eso además siempre nos pilla por sorpresa el que la vida nos ataque con algo.
Además, creamos lazos entre nosotros. Lazos que, en el fondo, no son más que trucos de la evolución para perpetuar la especie. Y sufrimos por ellos.
Hoy me siento muy pequeña; insignificante. Me paro a pensar y encuentro que todo carece de sentido, incluso esta reflexión. Siento que todo lo que pienso, que el mundo, que la existencia en sí, que todo lo que me rodea es algo casi intangible, fugaz. Algo que morirá conmigo.

Campos de fresas

Voy en un globo de aire caliente, surco el cielo.

Atravieso sueños, arcoíris, tormentas.

A veces el peso de mis decisiones me hace perder altura, y, preocupada, busco la manera de desprenderlo, pensando en que pronto se hará de noche. Olvidando mirar hacia adelante para descubrir los rayos de luz que se atreven aún a asomar tras un horizonte lejano cruzando el cielo naranja, despidiéndose del día.

Mi globo flota suavemente recortando su perfil en el cielo. Por debajo, grandes campos de fresas se extienden hasta donde alcanza la vista, bañando colinas y laderas de un verde tan cálido que se acentúa con la luz del atardecer, y me hacen sentir segura a pesar de la altura.

Sueño con bajar; parar en mi viaje y ser una niña, y tirarme rodando por las verdes faldas de las montañas riendo a carcajadas con una amiga. Correr y esconderme, apretarme mucho al piso para que nadie me vea y sentir el olor de la tierra y las fresas. Acabar acostada, boca arriba, mirando el lento desfile de las nubes de algodón rosado y encontrar que tienen forma de estrella, o de pato enorme. Y soñar. Sueño con soñar.

Mi globo flota suavemente en el cielo, y tengo todo un mundo por delante.

Lost in thought

Me desperté y sin saber muy bien por qué, sentí que había perdido algo. Y con los ojos cerrados y la mente aún sin despertar, navegué entre recuerdos ligeramente borrosos de un sueño. Entonces descubrí que fue sólo eso, un sueño.
Pero mientras dormía, mi realidad era esa. Había perdido algo.
Me sentí absurda por tener miedo de una pesadilla.
Era uno de esos días en los que sólo necesitaba que me abrazaran fuerte y me hicieran sentir segura, y me trajeran un té calentito con leche y miel a la cama, y ver una película estúpida.
Ese día yo era una niña perdida en un mundo de adultos.
Y así como me sentía, tan pequeña, no fue fácil recuperarme. El miedo se me había metido ya en el cuerpo y se asentaba pasando a un plano más real, queriéndome hacer pensar algo así podría pasar.
Mantenía los ojos cerrados, muy apretados. Tuve miedo del mundo.
Me quedé así mucho tiempo. No sé cuanto. Con los ojos cerrados, el tiempo siempre transcurre de forma diferente.
Cuando me tranquilicé respiré profundamente y me dije a mí misma que no era real. Que cuando abriera los ojos, lo olvidaría. Se convertiría en una imagen cada vez más borrosa hasta que finalmente desaparecería, como suele pasar con los sueños.
Entonces abrí los ojos.
Y en ese momento descubrí que era verdad. Que el único sueño había sido pensar que era un sueño.
Y sentí la pérdida por segunda vez y como si fuera la primera.

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La verdad es que no sé muy bien de dónde ha salido este texto.
No es algo que me haya pasado, y encima ahora mismo tengo mil motivos para estar contenta. Y sin embargo hoy me desperté algo melancólica y mimosa y estúpida, y sólo me salía escribir esta cosa rara.
Supongo que en realidad sí que me gustaría que me abrazaran fuerte, y ver una película tonta con té calentito sin tener que decir nada de nada, y sentirme segura.

¿Cómo prepararnos?

Parece que en la vida, debemos situarnos de alguna manera en todo.
En un rol, en un lugar, en una relación. Todo debe de estar ordenado de alguna manera.
No vale escaparte sin más, no vale olvidar.
De hecho, nos acostumbramos a ello. Y es difícil salir del contexto. 
A veces es una aventura, emocionante. Te descolocas, te vuelves nada, y volviéndote nada, te vuelves tú mismo.
Sin embargo hay veces en las que te preguntas cuándo cambió...
Al tiempo, te encuentras de frente con la realidad sin estar mentalmente preparada... ¿Pero cómo se hace eso? ¡Y no sabes reaccionar! Y es que no es posible mentalizarte para algo así. Nunca sabes lo que pasará hasta que pase.
Yo estaba tan acostumbrada a todo, y a la vez no sabía acostumbrarme. Y cuando dejé atrás todo, no pensé en que tarde o temprano tendría que haber silencios incómodos, que sería todo tan desconcertante.
De hecho, en el momento te parece absurdo que las cosas no sean como eran, y tienes que esforzarte en recordar por qué tomaste las decisiones que tomaste.
Y encuentras la respuesta ¡claro! pero... La lógica a veces no es suficiente cuando te topas de frente con la vida. Siempre hay algo debajo de la piel que parece pensar por su cuenta, escapar y decidir por sí mismo.
Como una especie de fiera interior, como tener a un dragón bombeando la sangre, llenándola de llamas que te queman desde dentro. En ese momento respiras fuego. Pero te obligas a apagarte, y tragas aire, y agua, que apaga el fuego, y el humo te hiere por un ratito.
Es entonces cuando te das cuenta de que las cosas seguirán así.
Me gustaría que no hubiera salido todo de esta forma, que todo fuera para mejor.
Me gustaría poder solucionar asuntos que han quedado atrás.
Me gustaría ser capaz de abrir la boca y decir todo lo que tenga que decir, sin tapujos.
Pero las palabras nunca quisieron venir a mi mente, y si vinieron, se atascaron en mi garganta, o como mucho en mis labios, cortando la respiración. No quisieron salir, o no pudieron.
En fin, no hay que darle más vueltas. Ahora toca seguir, y de una manera u otra la vida se irá colocando sola a sí misma, asentándose, y para poner de mi parte no debo estancarme en lo que ya ha pasado.

Espera... ¡¡¿Cuánto tiempo has dicho?!!

¡No me puedo creer el tiempo que hace que no escribo aquí!
Dos meses. ¿Es posible que de verdad haya pasado tanto?
El tiempo pasa volando y a mí me ha ido quedando como un huequito vacío de no escribir en este sitio... Aunque tampoco es que haya estado de brazos cruzados.
Hace dos meses acababa de empezar el verano, y parece que fue hace una semana. No me esperaba que "ya" fuera "ya", no sé si me explico. Y ya queda menos para empezar el segundo curso de teatro y el primero de universidad...
Sin embargo, por ahora no estoy nerviosa. Me da la sensación que aún queda mucho para eso, aunque soy consciente de que entonces pensaré mi típico "¡¿YA ES HOY?!", y pensaré que el tiempo se me viene encima y que parece que me quiere atropellar.
Cambiando de tema, hoy quizás debería de hablar de las vacaciones, de lo que he aprendido y pensado... Pero no me siento lo que se dice inspirada.
Acabo de llegar de unas vacaciones en familia en Fuerteventura, y lo único que oigo es el partido Barça-Madrid por la tele, cosa que no ayuda mucho a la reflexión, y en realidad estoy cansada.
Ahora toca "re-conexión" con el mundo, ya que estar en una isla como esa, sin comunicarme con nadie y sin obligaciones hace que uno se olvide de todo.
Sin embargo, este relax me ha dado unas ganas enormes de escribir otro tipo de cosas, y creo que me pondré a ello. No creo que esos textos vean nunca la luz, pero algo he empezado y creo que he encontrado otra manera de expresar otro tipo de cosas.
Sin embargo toca decir, repetir y reafirmar que extrañaba este sitio. Quizás no tenga mucho sentido tener apego a un simple archivo online de mis desvaríos varios, pero no puedo evitar pensar que he encontrado una casa para mis ideas, como ya dije. Y aquí me siento segura y acogida.
También he estado pensando en postear aquí algunas fotos de mis vacaciones. Admito que la idea viene de Silvia, que comentó la idea de un blog de fotografía.
En mi caso no sería tanto como eso, pero creo que quiero compartir también ese trozo de mí que se esconde tras la cámara. Es otra manera de mostrar cómo veo el mundo.
Esta entrada es más de reencuentro que de otra cosa, de reencuentro con el blog y con la idea de poder poner en palabras mis pensamientos. De reencuentro con algún lector si queda, y de reencuentro con estar en casa.
Mañana, con la mente más clara, ya me pondré manos a la obra, ya que tanto tiempo sin escribir hace que tenga la cabeza llena de ideas que necesito sacar.
Me despido ya, con una sonrisa en la boca y la tranquilidad de estar de nuevo aquí.

James Dean

Dream as if you'll live forever. Live as if you'll die today.
James Dean


Sueña como si fueses a vivir para siempre. Vive como su fueras a morir hoy.
Es una de las frases más conocidas del actor estadounidense James Dean.
Hace un rato estaba enganchada a una pequeña parte de un documental acerca de él -que es lo que alcancé a ver cuando decidí acercarme por el salón a hablar con mi madre y me di cuenta de que lo estaba viendo-, y cuando al final del todo salió esta frase se me quedó grabada.
Creo que alguna vez la oí y/o leí, pero hoy concretamente creo haberla entendido un poco más.
La verdad es que me gusta la idea que transmite.
Para empezar, soñar sin límites. Ahora mismo creo que vivimos mejor soñando aunque sea imposible.
Supongo que lo expresa mucho mejor Eduardo Galeano -periodista y escritor uruguayo- cuando nos habla de la utopía. Él dice:
"La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."
Esa es la imagen que tengo yo de los sueños. A veces se cumplen, y surgen otros. A veces te acercas y ellos se alejan. Pero por mucho que se alejen, cada paso que has dado, cada esfuerzo, todo te ha acercado a ello de una manera u otra, y te ha hecho avanzar en tu vida.
Y repito que no es que crea que todo es de color rosa -y no sólo porque el rosa no sea uno de mis colores favoritos, desde pequeña le tenía manía por parecer tan "Barbie"-, no es que sea una simple soñadora con la cabeza en las nubes, o al menos me gusta pensar que no lo soy.
Solamente creo que no es excusa decir que no sirve de nada soñar para no avanzar. 

Avanzar es importante. Tenemos que crear caminos, vivir.
Lo cual nos lleva a la segunda parte de la frase. Vivir, como si murieras hoy.
Tampoco es que me aferre al no pensar en el mañana. Hay gente que malinterpreta ese Carpe Diem como si tuvieras que vivir autodestruyéndote y gastándote todo el dinero sin pensar en tu futuro.
Eso en mi opinión es una interpretación muy mala de un ideal tan bonito como el de querer vivir cada minuto de tu vida.

¿No sería precioso poder irnos a dormir cada día pensando que ha valido la pena despertarse?
Lo que quiero decir es que no estaría mal hacer un esfuerzo e intentar transformar hasta el día más inútil y poco productivo, pesado, triste y demás, de nuestras vidas en uno en el que haya valido la pena vivir.

Claro que no siempre es posible ya que todos tenemos días malos. Y estar triste no está prohibido por muy optimista que seas.
Pero mientras podamos deberíamos de tener esto en mente: hacer que cada día valga la pena.
Porque ya tenemos la suerte de sobrevivir. No todos la tienen. Y como he dicho mil veces, y lo seguiré diciendo -qué pesada que soy-, nadie muere hasta que muere.
No hay que estancarse en la mala energía, en la autocompasión... porque es muy tentador, y muy fácil. 
Hay que hacer un esfuerzo y reírnos, y mandar al mundo a la mierda por un ratito para disfrutar de la vida, y luego volver con fuerza.
Y con nuestros sueños en el horizonte, por supuesto.

Educación.

Cada día me doy más cuenta de la mala educación que se nos da.
Tampoco digo que yo tenga la solución definitiva ni que pueda salvar el mundo, pero miro atrás y lo veo claro, la mayor parte de las veces quieren que memoricemos sin importar que aprendamos.
Nos enseñan las cosas de manera desordenada, sin tener en cuenta qué es lo importante de cada cosa. La información se nos presenta como algo a memorizar, un montón de palabras que recordar en el orden correcto, ya que ni siquiera se suelen escribir de manera que la información tenga un sentido completo.
No hay conexiones de un párrafo al siguiente en muchos de los libros de texto, lo cual deja más que claro que la intención no es entender lo que dice, sino que lo "aprendas" -entre comillas, por no repetir la palabra memorizar.
Memorizamos listas, tablas, párrafos, pero jamás se nos pide que apliquemos el conocimiento.
Nos preparan para exámenes, no para entender. No nos preparan para ser críticos, para razonar, para pensar por nosotros mismos.
Por expresarlo de otra manera, digamos que nos exigen las tablas de multiplicar de memoria sin hacernos entender qué significa multiplicar, de qué es realmente el resultado de la operación. ¿De qué sirve entonces? Si lo único que hiciera falta es el resultado, para eso es más sencillo coger una calculadora y ya está.
Y por eso pasa que entonces el estudiante se hace un lío y no piensa en lo que está escribiendo, y escribe cosas como que 8x8=48, y al profesor en el examen no le importa más que eso y le tacha esa pequeña parte del ejercicio, o el ejercicio entero, qué más da.
Pero el docente parece que no se plantea por qué el niño ha pensado algo tan absurdo. Y es que resulta que el niño no lo ha pensado, simplemente ha recordado mal y ha repetido mal.

Pero no piensa lo que ha escrito. No se ha planteado que 8 sumado 8 veces no puede dar ese resultado.
No ha buscado una solución ni lo ha comprobado porque ha aprendido de memoria y simplemente le ha fallado, y ya está.

Ese es el alumno que se educa hoy en día, al menos en el sistema que yo conozco, y no sólo a nivel de tablas de multiplicar. Lo mismo pasa en el resto de asignaturas que van enfocadas a superar un examen y no a crecer como personas.
Y no digo que deba de enseñarse menos, u otras cosas. Pero sería fantástico que lo que importara no fuera el conocimiento de memoria, sino el conocimiento aplicado.
Sería fantástico que nos formaran como personas con una mínima cultura en la educación que es obligatoria, que todo ciudadano tuviera derecho a tener capacidad crítica y de razonamiento.
Que se fomentara el mejorar las capacidades de todos, y no marginar a algunos por no tener ganas de romperse la cabeza buscando cómo llegar hasta ellos.

Lo que pasa es que eso implicaría que toda la gente que se dedicara a la enseñanza tuviera interés en su trabajo. En hacerlo bien, en llegar a todos y no simplemente ocupar su silla delante de una clase de alumnos desmotivados que de ellos sólo puedan aprender lo mismo que del libro, como mucho.
Sin embargo, parece que muchos, no todos, se decantan por la enseñanza por el dinero y las vacaciones. Y no se dan cuenta del papel tan importante que tienen en la sociedad.
¡Me indigna tantísimo!
Y lo peor es que parece que lo que interesa es que la educación sea así. Porque un pueblo no crítico y muy desinformado es un pueblo débil que no se plantea la información que le dan.
Es un pueblo que cree todo, que acepta todo, que cae en las trampas de los peces gordos...



Esto no se quedará en lo que escribo. Algún día espero poder poner mi granito de arena en el mundo de la enseñanza, y aunque no sea un cambio radical, al menos haré mi parte. Eso como mínimo. Y si puedo más, haré más.

Reto épico.

Esta creo que no será la única entrada de hoy, pues me he despertado con ganas de protestar.
Tampoco es una entrada que cuadre mucho aquí, en realidad... De hecho no tiene nada que ver con la línea general del blog.
Pero hoy he aceptado un reto. No es un gran reto, no ponen juego la vida de nadie (aunque puede que sí mi vida social, y la de Sheila... Pero ¡qué más da!). Es simplemente una estupidez muy divertida, al menos para mí, y que debo hacer.
Requerirá una enorme falta de vergüenza y amor propio, una cámara de vídeo, y muchas ganas de volvernos locas.
El anuncio es el siguiente:

"Tras una charla con Sheila, queda decidido. 
Hoy, 23 de junio de 2011, a las 16.50h aproximadamente, he aceptado el reto (el cual he propuesto yo misma): 
Unos carnavales no muy lejanos, nos disfrazaremos de señoras y, lista en mano, haremos todo* lo que dicen las 100 páginas de "Señoras que..." que veremos a continuación.

*Hay cosas que son imposibles dadas las fechas, ya que no podremos asistir a una cabalgata de Reyes en pleno Carnaval, pero haremos lo más parecido que podamos."
En cierto modo, creo que Sheila y yo estábamos pre-destinadas, porque desde que somos amigas llevamos haciendo muchas cosas que forman parte de la lista. Y es que cuando nos ponemos en plan señora, damos miedo... Hay testigos que lo corroboran.Sheila y yo juntas solemos dar miedo siempre, y lo peor es que nos da igual. Es como con Silvia, y si nos juntamos las tres somos un huracán.
Lo bueno es que la gente que nos conoce sólo tiene dos opciones, salir corriendo y/o criticarnos, o pasar "la prueba de fuego" y ser un amigo. Pero es lo que hay, somos así y preferimos mostrarlo de entrada para que no haya sorpresas luego.
Bueno, ¡con tanta habladuría olvidaba la lista!
Está sacada de un recopilatorio de estos típicos de red social, en este caso de "tuenti", que junta 100 páginas de "Señoras que..." -y cuyo nombre es justamente "Señoras que..."-, y es la siguiente:
  • (1) Señoras que se quedan dormidas con la novela, pero si cambias de canal se despiertan.
  • (2) Señoras que te responden "si Dios quiere" cuando les dices "hasta mañana".
  • (3) Señoras que lo dan todo bailando politonos en Telecinco.
  • (4) Señoras que se meten al mar solo para mear.
  • (5) Señoras que discuten a ver quien está más enferma.
  • (6) Señoras que dicen "oyoyoyoyoyoyoy" cuando se enteran de un cotilleo.
  • (7) Señoras que se cruzan la bata cada vez que van a decir algo importante.
  • (8) Señoras que barren la acera de sus casas y echan un cubo de agua después...
  • (9) Señoras que se ponen una bolsa en la cabeza cuando llueve.
  • (10) Señoras que nadan sin mojarse la cabeza para no estropearse el peinado.
  • (11) Señoras que guardan las mejores bragas para cuando van al médico.
  • (12) Señoras que se pelean por los caramelos en la cabalgata de reyes...
  • (13) Señoras que quedan para "ir a andar".
  • (14) Señoras que cuando oyen un teléfono en la tele piensan que es el de casa.
  • (15) Señoras que comen 'cocretas', 'mondarinas' y 'kivis'.
  • (16) Señoras que van por el medio de la acera y no se dejan adelantar facilmente.
  • (17) Señoras que no se conocen y se comentan indignadas lo que tarda el autobús. 
  • (18) Señoras que dicen en las noticias que su vecino asesino "siempre saludaba".
  • (19) Señoras que bailan juntas en los pasodobles de la fiesta del pueblo.
  • (20) Señoras que resuelven todo con refranes.
  • (21) Señoras que creen que dan palmadas al ritmo de la música, pero no.
  • (22) Señoras que dicen "yo no digo ná..." y luego lo dicen.
  • (23) Señoras que suspiran al sentarse o al levantarse.
  • (24) Señoras que cantan alto en misa.
  • (25) Señoras que cuando corren van más despacio que caminando.
  • (26) Señoras que dan la vez.
  • (27) Señoras que malmeten contra otras señoras.
  • (28) Señoras que siguen todos los consejos de "Saber vivir" y ahora son inmortales.
  • (29) Señoras que se sientan a tu lado aunque esté el autobús vacio.
  • (30) Señoras que se guardan el monedero y/o el pañuelo en el sujetador o el sobaco.
  • (31) Señoras que se pegan y empujan por conseguir algo gratis.
  • (32) Señoras que van paseando y se paran en seco para dramatizar la conversación.
  • (33) Señoras que dicen que el niño está hermoso cuando lo que está es gordo.
  • (34) Señoras que dicen "¡Ay señor, llevame pronto!"
  • (35) Señoras que meten portazos al bajar del coche y preguntan "¿he cerrado bien?".
  • (36) Señoras que arrasan con los centros de mesa de flores después de una boda.
  • (37) Señoras que maldicen la TDT
  • (38) Señoras que empiezan todas las frases con "Se conoce que..." o "en mis tiempos..."
  • (39) Señoras que temen que tu compra se meta en la suya en la cinta del súper.
  • (40) Señoras que te sacan los ojos con el paraguas.
  • (41) Señoras que tienen los vasos de nocilla como vajilla casera.
  • (42) Señoras que van en grupo cogidas del brazo formando barreras infranqueables.
  • (43) Señoras que se pintan los dientes y... de paso los labios.
  • (44) Señoras que salen hasta la mitad de la carretera para ver si viene el autobús.
  • (45) Señoras que preguntan "¿Y tú de quien eres?"
  • (46) Señoras que mojan el pañuelo con su saliva y te limpian la cara.
  • (47) Señoras que se quejan porque sus maridos no "las sacan"
  • (48) Señoras que sacan la lengua cuando el cura les da el pan
  • (49) Señoras que abren los regalos sin romper el papel para luego guardarlo
  • (50) Señoras que se cuelan en la cola del súper.
  • (51) Señoras que empalman Ana Rosa Quintana con La Ruleta de la Suerte.
  • (52) Señoras que salen en la televisión y preguntan "¿Y esto cuando sale?"
  • (53) Señoras que tienen el pelo chafado por detrás después de echarse la siesta.
  • (54) Señoras que van a la orilla de la playa y apoyan las manos en la cadera
  • (55) Señoras que se ponen el abrigo sin usar las mangas.
  • (56) Señoras que se golpean las tetas al abanicarse.
  • (57) Señoras que coleccionan regalos del banco.
  • (58) Señoras que se llevan tupperwares por si no se acaban toda la comida.
  • (59) Señoras que te fríen un huevo si te quedas con hambre.
  • (60) Señoras que juegan al parchís y al cinquillo.
  • (61) Señoras que echan la tarde en en ambulatorio.
  • (62) Señoras que sufren cuando falta un puesto del mercado.
  • (63) Señoras que, de lo único que hablan, es de medicinas y dolores.
  • (64) Señoras que cotillean mientras recogen a los niños en el cole o mientras hacen aerobic.
  • (65) Señoras que se pasan 7 años en las duchas de la playa.
  • (66) Señoras que piden la fruta "más bonita" cuando van a comprar.
  • (67) Señoras que van a la peluqueria a leer revistas del corazón.
  • (68) Señoras que se creen que por salir a la calle en chándal están haciendo footing.
  • (69) Señoras que se escandalizan al escuchar la palabra "pene"... y tienen 8 hijos.
  • (70) Señoras que empujan en misa para conseguir las primeras el cesto.
  • (71) Señoras que se sacan la silla a la puerta de su casa en verano y forman su propio Sálvame Deluxe.
  • (72) Señoras que ríen escandalosamente.
  • (73) Señoras que te paran por la calle para contarte su vida (normalmente cuando tienes prisa).
  • (74) Señoras que salen con sus nietos para que las cojan del brazo porque "si no se caen".
  • (75) Señoras que discuten con los contestadores automáticos.
  • (76) Señoras que estudian la elasticidad de los mofletes.
  • (77) Señoras que hablan en pesetas.
  • (78) Señoras que preparan lentejas para tres días.
  • (79) Señoras que corren como velocirraptores cuando se abre una nueva caja en el súper.
  • (80) Señoras que achacan todos los dolores y enfermedades a "esto es de no comer".
  • (81) Señoras que bailan solas pasodobles con la mano sobre la tripa.
  • (82) Señoras que hablan solas y te miran para que les des conversación.
  • (83) Señoras que envuelven el mando a distancia en plástico.
  • (84) Señoras que están sentadas en la parada del bus esperando y justo cuando tú vas a subir, ésta te empuja te adelanta casi derrapando y encima dice "Eh, que yo estaba antes... Esta juventud ya no respeta nada"
  • (85) Señoras que te dan 15 besos seguidos en la misma mejilla.
  • (86) Señoras que se guardan los clínex usados en la manga de la chaqueta o de la bata.
  • (87) Señoras que echan de menos las pesetas porque no se acostumbran a los “leuros”.
  • (88) Señoras que cuando pasan de hoja se chupan el dedo.
  • (89) Señoras que sacuden el mantel por la ventana y tiran el mando de la tele.
  • (90) Señoras que alimentan a las palomas por si alguna es el Espíritu Santo. 
  • (91) Señoras que entran a las tiendas en rebajas como orcos de Mordor.
  • (92) Señoras que desconocen la existencia de billetes y lo llevan todo en chatarrilla.
  • (93) Señoras que te ofrecen platanos negros asegurando que por dentro están bien.
  • (94) Señoras que visitan la Warner disfrazadas del Capitán Pescanova.
  • (95) Señoras que cenan a la hora de la merienda.
  • (96) Señoras que van a hacer "mandaos" o "recaos" cuando no quieren que sepas adónde van.
  • (97) Señoras que cuando aplauden se les mueven las carnes de los brazos.
  • (98) Señoras que estrujan 40 barras de pan hasta elegir la suya.
  • (99) Señoras que ven a jóvenes volviendo de after y piensan que han madrugado.
  • (100) Señoras que salen de compras en zapatillas de estar por casa (alpargates)

La verdad es que no sé cómo vamos a hacerlo. Vamos a pasar mucha vergüenza...
Y encima tenemos intención de grabarlo en vídeo, así que nuestra vergüenza quedará para la posteridad.
¡Sin embargo, tengo ganas de hacerlo!
Supongo que si algún día decido hacer públicos los vídeos, los linkearé en el blog...
Sólo me queda decir que en ocasiones como esta, ¡me doy miedo a mí misma! O_O

Raíces, sueños, y pensamientos varios

Ya en casa, siento como si todo fuera un sueño.
Lo que pasó y lo que pasa, mi vida fuera y mi vida aquí.
Estoy en el punto en el que aún no crees que has vuelto y aún así parece que nunca te hubieras marchado. Como eso, un sueño semi-borroso en el que el tiempo no existe. Es sólo un concepto extraño y empañado creado por el ser humano, una irrealidad abstracta que quiere darse forma en un reloj.

Hoy me creo que es verdad eso de que la vida es sueño.
El simple hecho de estar aquí me llena de energía, y y
a las sensaciones de desánimo y cansancio que aguaban mis últimos días allá lejos -y digo lejos, porque ahora todo me pinta lejos- parecen manchas de tinta en una vieja carta -de esas de papel que se usaban antes.
Supongo que ya me siento en mi sitio, no como un gato callejero que no tiene mucho que deber a una ciudad que no quiere darle sitio.
Supongo que es lo que tiene echar raíces.
También me pregunto hasta qué punto encuentro mi hogar aquí por haber crecido en este sitio y hasta qué punto es porque coincide con mi manera de ser.
Quiero decir ¿Hasta qué punto es el medio el que nos hace como somos? ¿Hasta qué punto influyen las circunstancias en nuestra manera de ser? ¿Hasta qué punto transforma el exterior nuestra manera de enfrentarnos a las cosas?
José Ortega y Gasset dijo: "Yo soy yo y mis circunstancias".
Creo que es una buena manera de simplificar lo que creo, que nuestra forma de ser no sólo está condicionada por el exterior, ya que somos nosotros quienes nos enfrentamos a los factores externos.
Pero siempre -o al menos desde que tengo uso de razón y me lo planteé- he querido saber hasta qué punto influye cada cosa.
Supongo que es una de esas preguntas que nunca sabré con exactitud su respuesta, ya que puede que dependa de cada una de las personas, que varíe.

Y además porque veo difícil que me puedan dar una solución exacta que pueda creer. Ahora mismo, el cerebro y la mente humana son un misterio en su mayoría.
Aún así, no puedo evitar indagar en estas cosas en ese tipo de momentos en los que mi mente decide tomarse unas vacaciones por sí sola y viajar entre preguntas existenciales de estas a las que nunca encuentro una respuesta concreta. 
Sin embargo, ¿no es verdad que de lo que hay que disfrutar es del viaje, de la "Odisea" y no sólo de "Ítaca"?

Una pausa.

Hace tantísimo que no escribo que casi debería de poner un cartel de "abandonado" al blog...
Pero soy tan cabezota que no quiero dejarlo, ¡qué le vamos a hacer!


Mañana vuelvo a casa. Y he dicho casa, no este pseudo-hogar temporal que es mi piso.
Hoy pasaré mi última noche en Madrid -por ahora.
Es increíble. Ya he terminado mi primer curso estudiando teatro, viviendo fuera de mi isla, de mi casa.
No sé muy bien cómo enfrentarme a la situación.
Por momentos me siento en paz con todo. He acabado el curso y sólo tengo por delante el verano, al menos de momento. Ya casi empieza.
Otros momentos tengo miedo. Un miedo enorme que no sé muy bien de dónde sale.
Miedo a irme y a quedarme, miedo a irme y a tener que volver. Miedo al simple pensamiento de no volver tampoco.
Tengo tantas cosas acerca de las que reflexionar...
Necesito recordar qué me trajo aquí, aunque supongo que seré yo misma en verano quien se responda.
Quiero dejar reposar mis pensamientos en el fondo de mi cabeza, en un baúl de recuerdos.
Simplemente dejar que se asientan para que cuando lo abra, sepa qué hacer con ellos.
Cómo distribuirlos. Dejarme de boberías.
Estoy tan cansada que no vale la pena desanimarme.
No quiero simplemente tener que auto-castigarme por no sentirme válida. No quiero no disfrutar con algo que me da vida.
Quiero mandar todas esas gilipolleces muy lejos. Borrarlas de una patada y hacer polvo de los baches.
Y pensar de una vez que aunque no esté "bien", habrá servido de algo. Aunque sea mínimo.
Estoy harta de que me hablen de mi supuesto potencial y darme cuenta de que para mí no es suficiente lo que hago por sacarlo.
Me he dado mucha prisa. Tengo que entender que estoy en camino, paso a paso.
Y lo único que hago con estos pensamientos es ponerme trampas en el camino, ralentizar el paso.
Por eso necesito un descanso. Un descanso mental, cerebral, neuronal. Olvidar. Dejar estos pensamientos en reposo y bien guardados. Y que mi subconsciente se encargue del resto, como tantas veces me pasa.
Para poder confiar de una maldita vez en lo que hago, en vez de tener que creer que todo está mal o no es suficiente.
Así que me tomaré un descansito, un ratito sin pensar, sin preocuparme del mañana.
Una pausa de estas necesarias. De las que parece que estás perdiendo el tiempo en que deberías de estar pensando en los asuntos que sean, pero que luego te ayudan a mirar con perspectiva y con la mente clara y fresca como agua, que fluye y no se detiene.
A todos nos hace falta esto de vez en cuando....

Días muy largos

Estoy muy perdida ahora mismo. Perdida y desmotivada y agotada.
Tampoco es algo que me impida continuar. Puedo seguir mi vida normalmente. Continuar con el día a día.
Eso es sencillo; simplemente no quiero quedarme atascada cuando la vida sigue.
Pero sinceramente no entiendo ya qué hago aquí. No pinto nada.
Debería estar allá. Quizás haya otra manera de perseguir un sueño.
Ahora no entiendo nada, y no sé si es porque ya queda poco y estoy cansada, o por qué... no sé.
Me pregunto si vale la pena. Y me da miedo el simple hecho de preguntarme estas cosas porque significa que tengo dudas ahora mismo sobre algo que creía tener seguro.
¿Vale la pena algo de lo que estoy haciendo realmente? ¿Vale la pena seguir aquí así?
Aquí no estoy dejando huella, podría irme sin dejar rastro.
De poco sirve lo que hago o no hago, y casi siento que más bien estorbo.
Me siento como un globo pinchado. Bastante inútil, prescindible, pero que al menos no revienta.
Como si la vida me inflara constantemente y yo me fuera haciendo agujeritos para poder continuar sin estallar, pero no tiene sentido.
Tampoco es que me importe mucho ahora mismo. Quiero decir que puedo seguir adelante y más o menos disfrutar de las cosas. Lo que pasa es que estoy muy, muy confundida y no tengo idea de cómo salir de aquí.
Ni sé pedir ayuda, ni sé si debo. Quizás es sólo una mala racha. Es más, seguramente lo sea.
Quizás deba dejar reposar las ideas, pero no hay tiempo...
Y escribo aquí porque estas ideas están ya haciendo presión adentro de mi cabeza y porque no sé expresar de otra manera qué sucede.

Caos

He vuelto. Creo que me ha sentado bien esta pequeña desconexión de mi vida diaria durante el fin de semana.
Aunque respecto al blog, se me ha alargado más de lo que querría.
Por otra parte, hoy escribo simplemente por ganas y por no dejar el blog de lado.
Admito que peco de no cumplir mi propósito de publicar sólo cuando tenga algo decente. Pero me doy cuenta de que si espero a tener algo bueno, ni escribo ni publico porque todo me parece estúpido y bastante malo.
Y creé este blog para escribir sin miedo. Sin tener que pensar en la mierda que ha salido y frustrarme.
Así que aquí estoy de vuelta, simplemente por sacar por alguna parte estos pensamientos atravesados con los que no sé qué hacer.
Tengo mucho de que hablar, pero no sé por dónde comenzar.
Tengo sueño, estoy agotada. Llevo un rato escribiendo sin sentido, con Billie Holiday haciendo de banda sonora.
No tiene mucho sentido todo lo que tengo ahora en la cabeza, pero extrañaba volver a este rinconcito que me he creado. Como si fuera un refugio, como un hogar ahora que no tengo muy claro dónde está el mío. 
Estos días han sido de reflexión. He pasado por extremos. He cumplido mis planes y eso ha estado bien, pero todo lo que he visto y lo que ha sucedido me ha dejado inquieta, y aún no he sido capaz de poner todo en orden.
Es por eso por lo que hoy no escribo acerca de Veraneantes, ni de Midnight in Paris, ni de Toledo, ni de mi nuevo libro de Galeano, ni de revolución, ni de la indignación por lo de Barcelona, ni de teatro, ni de nada.
Escribo lo que me pide ahora mismo mi mente, que es un caos de acumulación de sensaciones - muchas de las cuales no me terminan de gustar.
Y lo escribo porque hay que seguir hacia adelante, y estar así no ayuda.
A veces, simplemente necesito vaciar mi cabeza por las manos, escribiendo, dejando que las confusiones se pierdan en el papel o el teclado, antes de poder avanzar, y centrarme en algo más concreto.
Aquí lo dejo. Perdón por el tostón y gracias a quien fuera capaz de leerlo.

Tiempo y distancia.

"El tiempo es la distancia más larga entre dos lugares."
Tennessee Williams


A veces la unidad de medida no se corresponde con aquello que mide en lo más mínimo, no al menos en nuestra cabeza.
Yo hoy tengo la sensación de que la distancia se mide en tiempo.

Es el tiempo lo que nos hace separarnos. Es el tiempo lo que marca la distancia entre dos personas.
Llevo toda la vida dándome cuenta.
Hay veces en que reencuentras a un familiar, o a un amigo después de muchos años... Y parece que no hubiera pasado el tiempo. 
En ese momento, la distancia no tiene el mismo valor. Es algo relativo
Otras veces uno no reconoce al otro. Como si se hubiera vivido en dimensiones diferentes.
Y el tiempo se hace evidente, y pesa.
Y si habláramos de distancia, a pesar de estar uno frente al otro, hay kilómetros entre los dos.
Te das cuenta de que lo llevas a la espalda y de que lo cargas sin darte cuenta, pero te hace más mella de lo que pensabas.
Además, ¿qué importaría la distancia si llegásemos a cualquier lado en cuestión de segundos?
¿Importaría en sí? 
Yo creo que desaparecería. La distancia física sería algo difuminado, algo perdido.
En parte ese es su encanto. Aunque a veces sea frustrante, la distancia. Aunque a veces den ganas de agarrar al mundo por la maldita teoría de la relatividad y estrujar el espacio-tiempo hasta que tenga la forma que te dé la gana.
Pero también enseña mucho la lejanía. Te hace entender un poco más valores como la amistad o la familia -o al menos eso creo.
Es como que al no tener la fuerza de lo que une la cercanía, descubres lazos más potentes que la vida diaria.


Hoy, pensando en todo esto, me doy cuenta de que valoro al espacio en sí más de lo que debería.

Sobre la actualización del blog y alguna cosilla más

Me doy cuenta de que escribir cada día es quizás demasiado.
Seguiré intentándolo, pero quizás empiece a escribir cada dos días.
Tampoco es que importe demasiado, pero por algún motivo me veo con la obligación de hacerlo saber ya que parece que alguna persona que otra lee lo que escribo.
Además de que por algún motivo siento un compromiso fuerte con este blog, no quiero dejarlo a medias, olvidarlo...
También aprovecho para comentar que no sé con qué frecuencia podré escribir este fin de semana, porque recibo una esperada visita -y necesaria- y probablemente esté viernes, sábado y domingo recorriendo Madrid.
Es curioso, pero al vivir aquí no lo termino de aprovechar hasta que me visita alguien. Es una pena.
Pero supongo que ya hablaré de lo que haga. Los planes tienen una pinta buenísima: teatro (veré Veraneantes, de la cual me han comentado que es un trabajo maravilloso, por lo que supongo que algo escribiré), cine (Midnight in Paris, con un ejército de gente recomendándomela), una visita a Toledo (¡qué ganas! me voy a hinchar a sacar fotos), feria del libro en el Retiro, manifestación en Sol, museos...
Vamos, ¡que promete!

¡RÍE!

"Un día sin reír es un día perdido."
Charles Chaplin



Siguiendo en la línea de mis anteriores entradas, continúo con la intención de que cada día sea lo mejor posible.
Y me doy cuenta de que reír es una de las mejores maneras de endulzar la vida sin tener que disfrazar los problemas.
Reír de la realidad, tal cual es, reír de lo bueno y de lo malo.

Sin huir, afrontando la vida, llorando cuando haga falta ¡por supuesto! Toda emoción es bienvenida.
Pero no dejar que el mundo te robe la capacidad de encontrar algo por lo que reír.
La risa cura. Despierta. Hace que los problemas parezcan menos graves una vez nos hemos decidido a encararlos, y entonces podemos hacerlo sin miedo.

Y, por supuesto, aprender a reírnos de nosotros mismos.
El mundo y la vida se hacen menos dolorosos y más llevaderos si decidimos afrontarlos con humor... Incluso aunque te consideres un adulto.
Mucha gente parece confundir ser adulto con ser serio. Como si al crecer tuviéramos que volvernos mustios y grises. Como si no hacerlo significara no crecer.
Pero a mí me parece darle demasiada importancia a un mundo en el que somos menos que un grano de arena.
Y creo que así no se disfruta la vida. Al menos no en mi caso.

Por supuesto que hay momentos que no son de risa. No me malinterprete nadie, no hablo de convertir en frívolas las cosas importantes...
Sólo digo que cuando sucede algo malo hay que hacerle frente, buscar una solución. Y una vez se soluciona, dejar de sufrir.
Y si no hay solución, superarlo también. La cosa es no quedarse sufriendo para siempre sin hacer nada.

Se trata de vivir, no de existir, no de sobrevivir. 
Y creo que de lo más triste que nos puede pasar es olvidar de reírnos.
Así que sonríe, descojónate del mundo -por muy palabrota que sea-, ríe a carcajadas y con ganas hasta que no puedas más, y entonces... ¡sigue riendo!

Hay quien al oírme decir estas cosas piensa que es simplemente porque soy joven, que ya cambiaré.
Quizás tengan razón, pero espero no caer en la trampa y equivocarme tanto.

Hoy, no sé

Me siento incapaz de escribir hoy.
Ha sido un día de agotamiento en todos los sentidos, demasiadas cosas en la cabeza y poco consultar con la almohada... 
Mucha reflexión, pero no soy capaz de traducir lo que pasa por mi cabeza en palabras, ni siquiera en gestos. Puede que ni en la mirada.
Sin embargo he hecho que mi día fuera diferente, y de eso no me arrepiento.

Puede que el mundo empiece a darse cuenta de que soy una chalada, pero poco importa.
Es más, es liberador. No quiero expectativas sobre mí. No quiero convenciones sociales.
No quiero perder años intentando dejar claro quién soy por timidez, o por encontrarme tan fuera de sitio.
En fin, no tengo mucho más que contar por hoy.
Disculpe aquel a quien le importa, ¡si a alguien le importa!

Desaparecer

¿No tienes días en los que simplemente quisieras desaparecer del mapa?
Apagar todo. Ordenador. Móvil. 
Y caminar hasta que desaparezca atrás todo lo que conoces. Hasta que no puedas más.
Ir a la montaña o al campo, a respirar aire por fin.
Dejar todo atrás sin preocuparse de nada.
Un día. Con eso bastaría. 
Deshacerse de todo el peso que te carga el mundo.
Tener tiempo para pensar sin más.
Sin juzgarte. Sin prisa.
Y tumbarte en el suelo simplemente a esperar la noche, mirando al cielo. Viendo cómo cambia de color, cómo se lleva todos los problemas, toda la impotencia, todos los gritos en silencio que el mundo se ha tragado.
Y al mirar la luna creciente, pensar que ella te observa igual, con su media sonrisa. Y estar en paz.
Pero es un deseo muy egoísta y muy imposible. Y hay cosas más urgentes y más importantes a las que atender.
Y hay problemas más grandes en el mundo como para centrarse en algo tan simple.
Sin embargo cuando pienso en escribir en lo que siento y teniendo en cuenta que es domingo...
Recapitulo en la semana, y quitando el "subidón" de la manifestación, que fue increíble... Lo que queda es esto.
Esta sensación que me aplasta, me agobia y me ahoga.
Esta sensación de haber gastado toda tu energía emocional durante la semana y no haber podido estallar, y sentirlo de golpe el último día. Sólo queda cansancio y ganas de olvidar y alejarse de todo.
Pero mañana comienza la vida de nuevo. Hay que madrugar y hacer lo de siempre, retando al mundo para no caer en la rutina.
Luchar otra vez con energías renovadas, que no sé muy bien de dónde voy a sacar.
Supongo que no seré la única, así que a todo el que lea esto le envío todos mis ánimos para empezar la semana. 
Yo me he propuesto no dejar que sea una semana más en mi vida, llena de monotonía y obligaciones. Cambiar mi manera de ver las cosas. ¿Qué harás tú?

Spanish Revolution!

Hoy la ciudad es otra, la gente es otra, el país es otro.
Por una vez, parece que la gente se levanta y se decide a protestar en favor de sus derechos.
Y no sólo eso. Además se está haciendo con una increíble muestra de civismo.
He ido a Sol, y el ambiente de lucha y de unión popular era contagioso, increíble.
Lo primero que llama la atención es, por supuesto, la multitud. Es enorme, bestial. Un montón de gente unida para luchar por una causa. Gente variada, de todas las edades. Desde familias con hijos a jóvenes con vestimenta punk. Todos juntos, sin peleas, sin botellones.
Simplemente protestando pacíficamente, con respeto pero con energía y sin descanso.
Fue impresionante ver la implicación de todos para que hubiera limpieza y todo tipo de servicios básicos: comida, bebida, lavabos, una especia de enfermería, zona de descanso, zona infantil...
Todo ello bien separado, y organizado, incluso un mapa representaba a qué se destinaba cada zona. 
También en los altavoces resonaban discursos de los líderes y de más ciudadanos de a pie, que manifestaban sus opiniones, sus propuestas. 
El público estaba implicadísimo, escuchaba en silencio y al acabar, aplaudía fervientemente.
Era emocionante.
Por momentos toda la plaza del Sol se llenaba de gritos al unísono al estilo de "¡El pueblo unido jamás será vencido!", que comenzaban en alguna parte y pronto se extendían a todas partes. La sensación era de pueblo, de unión. Éramos uno, y a la vez miles de voces, todos juntos.
Otras veces toda la plaza se llenaba de silencio, y el aplauso era mudo.
Pronto perdí la cuenta de las veces que me arrepentí de ser tan torpe de llevar mi cámara sin batería, pero no quise volver a casa. 
Cada segundo allí era impresionante, a pesar de que la multitud pudiera ser agobiante.
No tenía desperdicio. Por fin la revolución de las mentes, por fin los ciudadanos se levantan.
Hemos traspasado fronteras. Por fin hemos hecho algo grande, y se está haciendo bien.
Por primera vez me siento orgullosa de este país, porque estaba harta de tanta pasividad.

Todo lo que sé es que ha sido lo más bonito que he vivido en el sentido social.
Ahora no podemos abandonar. ¡Tenemos que lograr que esto sirva de algo! ¡Que no se pierda en el tiempo!
Hemos hecho historia, y es precioso estar viviendo este momento.
¡Arriba el pueblo!
¡Democracia real, ya!


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PD: Ayer no escribí por falta de inspiración y de tiempo >.< Si a alguien le ha importado, ¡lo siento!
¡Un abrazo!

El viejo y el mar.

"Un hombre puede ser destruido,pero no derrotado."
Ernest Hemingway


Hace alrededor de un año que leí "El viejo y el mar". Es una lectura que recomiendo muchísimo. Para mí es uno de esos libros que cuando se terminan de leer gustan más de lo que se esperaba.
Sobre todo por el mensaje que expresa -o al menos lo que yo he entendido-, pero soy también consciente de que éste sólo se puede entender cuando estemos preparados y cuando queramos entenderlo.
Quiero decir, que es de esas cosas que nos han dicho toda la vida y nos suenan a tópico, pero no terminamos de entenderlas hasta que comprobamos que no son una estupidez. 
Como eso de que la vida sigue pase lo que pase. Al menos a mí, me lo dices hace unos años y pienso: "Ya, ¿y qué? Si ni siquiera vale la pena".
Sin embargo tarde o temprano te das cuenta de que es verdad. De que hasta que no estás muerto, la vida sigue y hay que aguantar, llevarla adelante con el peso de todo lo vivido cargado a las espaldas. Que los problemas que no tienen solución no deben de detenernos porque no vale la pena, y los que sí la tienen no son problemas, sólo algo que hay que resolver.
Es un error quedarnos estancados en un punto de nuestra vida durante mucho tiempo. Claro que los malos momentos dejan cicatrices, pero dejar que la vida nos pase por encima no hace más que hacerlas más profundas para cuando al final descubras que sigues vivo y has desperdiciado tu tiempo.
Y claro que cuando recibes un golpe necesitas detenerte un momento para recuperar la compostura, y si te caes has de levantarte primero. Pero aunque de miedo al principio, hay que continuar el camino.
Hay quien dice que la vida es bella. Otra frase que antes me sonaba siempre a tópico. A la mínima salía algo mal, pensaba "¿y esto es bello?". Ahora he entendido que es verdad. Claro que la vida es bella, la vida es maravillosa. Otra cosa es que sea fácil... Pero siendo sincera, me parece mucho más interesante que una vida de color rosa -quitando el hecho de que el rosa no es uno de mis colores predilectos.
Me doy cuenta de que a veces me complico, pienso, me confundo... en vez de ser consciente que mi vida es mucho más simple. Hoy entiendo que no sé qué hago aquí, pero estoy viva. Y ya que lo estoy, tengo el derecho y casi el deber a aprovecharlo lo mejor que pueda.
Porque a veces me desperté y no entendí por qué amanecía. Pero amanecía.

¡Gracias por leer mis estupideces!