Carta a Nina

"Querida Nina,
Han caído unas gotas, las primeras del otoño.

Tenía la ventana abierta y entonces entró olor a tierra mojada. Y por algún motivo, me sentí como si me hubieran trasladado un segundo a casa. Sí, a CASA. En mayúsculas. No aquí.
Era un olor extraño para estar en la ciudad; no me lo esperaba. No en este edificio en el que vivo. 
Así que el olor ha venido flotando y se ha colado entre las cortinas blancas de encaje que se ondearon unos segundos con el viento. Comenzaba también el frío.
La lluvia ha parado tan súbitamente como empezó, pero ha dejado todo un río de dudas y pensamientos que no sé cómo contarte.


Aquí en el futuro todo va bien, al menos dentro de lo que se puede esperar. Estás persiguiendo tus sueños, viviendo aventuras y conociendo lugares y personas únicas.

Aún así, no va bien.
Por algún motivo, has encontrado que no deberías de estar donde estás y aún así tienes la seguridad de que no hay vuelta atrás.
Estás viendo cómo tus esfuerzos se escurren por el más pequeño agujero, que pasó desapercibido. No hay camino hacia adelante, pero tampoco puedes volver.
No quieres decepcionarte, quieres terminar lo que empezaste, lo sé.
Nina, te juro que hay momentos en los que me gustaría que leyeras esto y cambiaras de idea. Quizás fuera doloroso no perseguir este sueño. Puede que me dieras una bofetada si te dijera estas palabras; tú siempre creíste firmemente en tirarse a por todas. Pero ¿qué dirías su supieras con seguridad que no lo estás consiguiendo? 

Bueno, dirías que lo intentara más fuerte.
Pero te aseguro que hoy, justamente hoy, no entiendo qué haces tú aquí. No deberías. Quisiera protegerte. 

Ya es tarde.
Te lo cuento a ti, y sólo a ti, porque no quiero palabras de ánimo. No quiero palabras vacías. No quiero que me digan que puedo con todo y más. Sé que puedo sobrevivir, ¡claro que puedo, joder!
Y tampoco quiero decepcionarte. Quiero terminar lo que he empezado.

Aún así... ¿Cómo cojones piensas sobrevivir aquí? Si te decepcionas cada día por no estar ni aquí ni allá; por haber venido para nada; por ser una carga...
Lo siento, no quiero hacer que te sientas mal. De hecho te admiro. Admiro tu determinación y tu energía y tus ganas... pero a mí todo esto se me está agotando y me odio por ello.
Nina... quisiera volver a verte pronto. Creo que me haces falta, porque no aguanto estar aquí en medio de la nada.
Un abrazo enorme; sé que lo necesitarás."

3 comentarios:

  1. No hay consuelo para las lagrimas de otoño, solamente cerrar los parpados y esperar a que el viento se calme, dejar de sentir cinco minutos, dormir sin pensar,... Ser nada

    ResponderEliminar
  2. Así es, pero a veces esta sensación de otoño decide instalarse en algún rincón de las cabezas y quedarse, y aflorar de vez en cuando sólo para recordar su presencia.
    Siempre agradezco tus comentarios >.<

    ResponderEliminar
  3. Siento nostalgia, Maite, al leer esta larga 'Carta a Nina' que has escrito. Tiene esta persona que escribe que confíar en que puede lograr aquello que se propone siempre, de cualquier forma, con cualquier estilo. Sintiéndose libre, sin límites. Siendo ella, a cada rato, en cada momento, sin contradicciones. Porque yo sé que puede, ¡cualquiera puede, joder!

    ResponderEliminar

¡Gracias por leer mis estupideces!