Monólogo de la pianista

"Toco desde que tengo memoria. Al parecer, siendo muy pequeñita, en una de las fiestas de mi madre, la oí tocar. Dice que me acerqué tanto al piano que tuvo que pedirme que me apartara un poco porque no la dejaba seguir. Yo miraba embobada cómo sus dedos largos pulsaban las teclas y cómo subían solas… Supongo que fue lo que llaman “amor a primera vista”. Mamá me subió a su falda y me puso las manitas encima del piano, y jugando con ellas como con las de una marioneta me hizo tocar una melodía. Me sentí casi como una diosa, creando música con unas manos tan chiquititas como eran, que cabían las dos enteras en una mano de mi madre.

Ese año, por mi cumpleaños, tío Johann me regaló un piano chiquitito. Ahí aprendí todo lo básico; mamá me enseñó las notas y algunas canciones que tocaba ella de muy pequeña. Aún lo guardo, y cada vez que lo saco lo encuentro más minúsculo.

Hacía años que no tocaba el piano. Pero cuando he visto este… ¿Sabes? Es igual al que tocaba mi madre. Igual. Es precioso… Pensé que no volvería a ver un piano así, con los tiempos que corren. Debe de ser muy antiguo. El nuestro quedó destrozado cuando… Bueno, ya sabes. Y yo no pude tocar desde entonces. Qué tontería ¿no? Quiero decir, que hasta entonces el piano había sido algo así como mi escape…

Pero mejor no hablar más de estas cosas. Si vine a tu casa fue para poder dejarlas atrás… Disculpa que te contara todo esto. Verás, para serte sincera, me da la sensación de que eres la única persona cuerda que hay aquí y supongo que llevaba demasiados días en silencio. Y te agradezco tanto que me dejes estar aquí… Quisiera ayudarte, porque no hace mucho que yo estuve en tu situación o algo parecido. Y tu padre fue siempre muy bueno con mi familia; siento que te debo algo.

Sigo sin creer que ya no estén, ni tu padre ni mi madre. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo dejamos que pasara?"

Carta a Nina

"Querida Nina,
Han caído unas gotas, las primeras del otoño.

Tenía la ventana abierta y entonces entró olor a tierra mojada. Y por algún motivo, me sentí como si me hubieran trasladado un segundo a casa. Sí, a CASA. En mayúsculas. No aquí.
Era un olor extraño para estar en la ciudad; no me lo esperaba. No en este edificio en el que vivo. 
Así que el olor ha venido flotando y se ha colado entre las cortinas blancas de encaje que se ondearon unos segundos con el viento. Comenzaba también el frío.
La lluvia ha parado tan súbitamente como empezó, pero ha dejado todo un río de dudas y pensamientos que no sé cómo contarte.


Aquí en el futuro todo va bien, al menos dentro de lo que se puede esperar. Estás persiguiendo tus sueños, viviendo aventuras y conociendo lugares y personas únicas.

Aún así, no va bien.
Por algún motivo, has encontrado que no deberías de estar donde estás y aún así tienes la seguridad de que no hay vuelta atrás.
Estás viendo cómo tus esfuerzos se escurren por el más pequeño agujero, que pasó desapercibido. No hay camino hacia adelante, pero tampoco puedes volver.
No quieres decepcionarte, quieres terminar lo que empezaste, lo sé.
Nina, te juro que hay momentos en los que me gustaría que leyeras esto y cambiaras de idea. Quizás fuera doloroso no perseguir este sueño. Puede que me dieras una bofetada si te dijera estas palabras; tú siempre creíste firmemente en tirarse a por todas. Pero ¿qué dirías su supieras con seguridad que no lo estás consiguiendo? 

Bueno, dirías que lo intentara más fuerte.
Pero te aseguro que hoy, justamente hoy, no entiendo qué haces tú aquí. No deberías. Quisiera protegerte. 

Ya es tarde.
Te lo cuento a ti, y sólo a ti, porque no quiero palabras de ánimo. No quiero palabras vacías. No quiero que me digan que puedo con todo y más. Sé que puedo sobrevivir, ¡claro que puedo, joder!
Y tampoco quiero decepcionarte. Quiero terminar lo que he empezado.

Aún así... ¿Cómo cojones piensas sobrevivir aquí? Si te decepcionas cada día por no estar ni aquí ni allá; por haber venido para nada; por ser una carga...
Lo siento, no quiero hacer que te sientas mal. De hecho te admiro. Admiro tu determinación y tu energía y tus ganas... pero a mí todo esto se me está agotando y me odio por ello.
Nina... quisiera volver a verte pronto. Creo que me haces falta, porque no aguanto estar aquí en medio de la nada.
Un abrazo enorme; sé que lo necesitarás."

¡Gracias por leer mis estupideces!