Existencia.

En otoño las hojas caen de los árboles. El viento las sopla en todas las direcciones. Retrasa su caída. Las empuja a bailar, las lleva lejos de las ramas donde brotaron. Algunas caen en sus propias raíces, pero la mayoría vuela lejos.
El destino de todas ellas es el suelo. Todas acaban en el suelo. Una pila de hojas.
La lluvia las humedece y se convierten en una masa blanda que abona la tierra.
En la ciudad se hacen añicos bajo miles de pasos.
Lo llenan todo con sus colores marrón y rojo sangre. Pero en primavera, ya hace mucho que se han ido y nadie las recuerda.
Brotan otras hojas, verdes y fuertes.
Ellas tienen el mismo destino.

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