Nos faltó ese momento.
Lentamente, el nudo en el que se habían cerrado nuestras
manos comenzó a aflojarse inevitablemente.
El nudo se desplazó de nuestras manos a mi garganta. Ahora
apenas nos unía el tacto de nuestros dedos.
El viento secaba unas lágrimas que ninguno queríamos dejar
salir.
El mundo se detenía poco a poco en ese instante eterno. No
había más que un silencio intenso capaz de enmudecer el ajetreo de la ciudad.
Mi mente quería retener hasta el más mínimo detalle de ese
momento, sabiendo que tendría que alimentarme del recuerdo durante demasiado
tiempo, pero nudo de la garganta lo impedía.
Dicen que cuando morimos vemos nuestra vida pasar por
nuestros ojos. Una parte de mí que se sentía morir convirtió mis pensamientos en
un corcho seco que solo contenía imágenes de tiempos mejores, en los que no
existía el adiós.
Un planeta se alejaba de la órbita de otro planeta y el
mundo seguía su curso.
Los planetas estiraban sus brazos para continuar unidos por
ese único roce que significaba que aún estaban juntos.
El universo terminó de separarlos. Los dedos estirados de
los planetas ya no se tocaban.
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ResponderEliminarEres tanto amor y melancolía junta... que cuando te leo cosas tan hermosas y llenas de significado como esta siento que muero de amor y de asjhgdajdhgas effe-conexión. Porque tienes esa magia de escribir de forma bonita y adorable cosas que en algún momento han pasado por mi mente y entonces yo ya askdjhaskdbaksdka
<3
Frambuesa adorable.
EliminarSupongo que es lo que tiene esto de que nuestros cerebros funcionen extrañamente de manera parecida. Al menos nos queda esto.
Gracias por todo. Ñaaaah <3